La libertad de expresión en reversa

La libertad de expresión en reversa

La libertad de expresión es una de las piedras angulares de la democracia. Sin libertad de expresión no hay democracia.

La libertad de expresión trasciende los ámbitos de la prensa y los medios de comunicación, hace referencia a todas las expresiones de la ciudadanía en sus relaciones con los estamentos de poder, sobre todo con las autoridades de gobierno.

En nuestro país se ha ido deteriorando la libertad de expresión con el ejercicio autoritario y la represión hacia la ciudadanía y la prensa escrita, radial y televisiva.

Las expresiones de este deterioro se identifican en:

a) La represión contra la ciudadanía y periodistas que ejercen su derecho a disentir y a demandar el cumplimiento de la ley en actos públicos de presencia presidencial utilizando pancartas o calcomanías.

  Esta práctica ha sido continua y sistemática en los últimos 8 años y se visibiliza en hechos recientes como lo ocurrido con el periodista de Acento impedido de cubrir un acto presidencial porque tenía una calcomanía del 4%. Igualmente al Dr. Demetrio Wazar lo golpearon y maltrataron por presentar una pancarta de crítica a la gestión en San José de Ocoa en un acto al que asistió el Presidente Leonel Fernández. Lo mismo ocurrió en hechos anteriores como el de la Feria del Libro.

b) La violación del derecho de acceso a información pública y transparencia a la ciudadanía y a los medios de comunicación. La continua intimidación y  atropello contra periodistas y comunicadores sociales por funcionarios gubernamentales en los últimos años. Los hechos recientes ocurridos contra Nuria Piera y anteriormente contra Alicia Ortega, Marino Zapete y Huchi Lora así como muchos/as otros/as comunicadores/as sociales.  

c) El cierre de programas y canales radiales y televisivos como ocurrió en Santiago y en otros pueblos del interior del país.

d) La negación y ocultamiento de informaciones sobre expedientes de corrupción y narcotráfico a la ciudadanía.

e) El silencio a que se ha sometido a muchos profesionales y ciudadanos que trabajan en el sector público que no “pueden hablar” o “denunciar” anomalías o ineficiencias en las distintas instancias gubernamentales.

 Se entiende que el que trabaja en el gobierno no puede estar “en contra” o “criticar” las instancias gubernamentales. Lo público es privatizado por los partidos de gobierno y el Poder Ejecutivo. Una suerte de extensión del carácter que le impregnó el dictador Trujillo al Estado convertido en ese entonces en su finca.

La libertad de expresión en nuestro país es irrespetada y violentada continuamente por las autoridades desde múltiples ámbitos. Un país donde se coarta las libertades a la ciudadanía niega su carácter democrático y se convierte en una “guagua en reversa”.

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