La Liga Municipal y su capacidad asistencial

La Liga Municipal y su capacidad asistencial

Se la supone con la suficiencia de recursos para extender auxilios por ser receptora apropiada de partidas presupuestales para fines institucionales; pero la opinión pública percibe los arribos a crisis de administraciones edilicias sin el correspondiente protagonismo para emergencias del ente estatal llamado a estar presente con tutelajes gerenciales, financieros y de servicios. Puede que por discreta prudencia juegue su rol sin cacarearlo… pero cuando las cortedades de alcaldías generan lo ocurrido en Santo Domingo Norte, cuyas veredas viales y zonas verdes pasaron a ser pobladas por montañas de desperdicios, era de entenderse que la calidad ambiental de una densa comunidad capitalina carecía de reforzamientos orgánicamente hablando. Habría que ir más lejos en eso de enviar camiones recolectores de activación instantánea a las zonas de higiene urbana deteriorada. A la observación sobre desempeños de gobiernos citadinos no debería escapar cualquier posible relación entre disminuciones de eficiencias operativas y alguna inapropiada política de gastos en desprecio a las prioridades que convienen a las colectividades.

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No puede afirmarse irresponsablemente que ese sea el caso del territorio a cargo de las autoridades del aludido ASN. Correspondería a la Liga establecer causas tomando en cuenta el mal de fondo de que la capacidad financiera para actuar de los ayuntamientos dominicanos sufre dos menoscabos: la excesiva discrecionalidad del Poder Ejecutivo que les pone a recibir menos porciones del recaudo nacional que las que les corresponden y sobre casi todos ellos, y por sus propias y permanentes infuncionalidades para captar ingresos, sus haberes dan pena. Obra contra ellos además la precariedad manifiesta en barriadas que para nada quieren dar de sí ni podrían. Cabría saber si el actual trance de suciedad en Sto. Dgo. Norte influyó en el alto clero para expresar en su habitual mensaje de enero una encendida preocupación por “las condiciones de pobreza y sufrimiento que vive el pueblo”. Al describir la realidad nacional no tomó en cuenta a los sectores a los que les va de maravilla en áreas de ciudades que por confort y buenos servicios urbanos parecen corresponder a un “Nueva York chiquito”. Pero el mayor compromiso de la Iglesia es con los débiles.

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