La Línea Morada del Metro

La Línea Morada del Metro

El sábado 18 de octubre de 2008, el Washington Post publicó un reportaje que debía interesar a los dominicanos. Trata sobre la futura construcción de una línea férrea para el transporte de pasajeros en los alrededores de la capital estadounidense. Como si la información buscara llamar la atención de los gobernantes peledeístas, ese tramo de Metro será conocido como la Línea Morada (Purple Line).

El aspecto más interesante del proyecto es que el estudio de esta vía férrea tomó seis años antes de que se hablara de construirlo. Además, toda la información disponible se hizo pública luego de haber divulgado avances definitivos desde 2007. Doscientas cincuenta páginas de textos y datos, han permitido conocer por anticipado el potencial impacto que tendría la obra sobre el tramo a recorrer. El estudio calculó la cantidad de usuarios que podría utilizar el servicio así como las alteraciones del paisaje y la intensidad de los ruidos en un recorrido que se prolonga por más de 25 kilómetros.

La Línea Morada estableció el costo en cerca de mil seiscientos millones de dólares de 2007. Será la primera ruta de Metro que unirá los suburbios de Washington en vez de dirigirse hacia el centro. Según el estudio, este medio podría atraer más de 68 mil viajes diarios. El trazado de la Línea Morada exigiría construir barreras de sonido para proteger a los residentes cercanos de los agudos ruidos que provoca el constante rechinar entre rieles y ruedas.

El estudio estableció que los vagones deben tener asegurado un buen mantenimiento para reducir el efecto de las vibraciones que podrían lesionar las edificaciones cercanas. Sin estas protecciones, los niveles de ruido y trepidaciones podrían ser severos de acuerdo con el Estatuto de Impacto Ambiental. El Estado de Maryland también está todavía estudiando las formas de reducir la interferencia electromagnética potencial del suministro eléctrico que pudiera afectar a computadoras y equipos sofisticados en las cercanías del recorrido.

“Cualquier proyecto de transporte como este tiene un gran impacto potencial”, dijo el Secretario de Transporte de Maryland. “Tenemos que edificar un consenso con la comunidad sobre el por qué vamos a hacerlo.” Esto así, el Estado ha programado cuatro audiencias públicas para el mes de noviembre donde solicitará y acogerá los comentarios de la ciudadanía en torno a los datos que aparecen en el estudio de factibilidad. Además, el Estado de Maryland tendrá que demostrar a los funcionarios federales que puede solventar esos gastos y que no necesitaría subsidios federales. Un subsidio siempre hace pagar por el proyecto, no sólo a los usuarios, sino al resto de la población por una obra que no podrán aprovechar. Todas estas tareas deberán ser cumplidas antes de que se inicie la construcción.

Como puede apreciarse del reportaje del Washington Post, la construcción de la Línea Morada nunca fue considerada como secreto, ni siquiera bajo el paranoico gobierno de Bush. El informe sobre la Línea Morada tomó seis años en elaborarse y su documentación siempre fue pública. En nuestro país bastó con que el presidente Leonel Fernández soñara con un tren y que Diandino Peña caricaturizara el asunto considerándolo un asunto de seguridad del Estado para iniciar la construcción sin contar con los estudios necesarios y suficientes. Los promotores de la Línea Morada fijaron en el informe final el costo de la obra que sería de mil seiscientos millones de dólares de 2007.

Los auspiciadores del inefable Metro de Santo Domingo anunciaron numerosos valores diferentes para esa obra hasta que se convencieron de que los descomunales aumentos de sus estimados los ponían en ridículo. Los funcionarios del Estado de Maryland establecieron la necesidad de que se lograra un consenso popular antes de construir dicha Línea.

Para el Metro, el presidente Fernández pidió la opinión del Consejo Económico Social e Institucional, un organismo asesor creado por él mismo. Cuando el CESI rechazó su capricho, el presidente Fernández ignoró la recomendación y procedió a iniciar la construcción. Evidentemente, con esta información del Washington Post confirmamos los denunciados peligros del costoso aventurerismo de los auspiciadores del Metro de Santo Domingo. Además, ante la falta de transparencia en la administración, debemos resignarnos a nunca conocer los verdaderos objetivos de ese proyecto.

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