La “lista” versus la “fila” en los partidos políticos

La “lista” versus la “fila” en los partidos políticos

Con dos entrañables amigos, expertos e intelectuales por demás, he discutido bastante sobre lo que ocurre con las aspiraciones que se producen a lo interno de los partidos. Y analizando lo que expresé en el artículo anterior sobre las dificultades que existen para lograr alianzas, se puso de manifiesto que, en gran medida, uno de los aspectos fundamentales es producto de la existencia de una lucha entre los que están en la “Fila” contra los que están en la “Lista”.

La “Fila” es institucional. Respetuosa de los criterios éticos y los méritos alcanzados. Es una especie de acumulación de puntos por tareas realizadas durante determinado tiempo. La integran los dirigentes o militantes que han estado esperando oportunidades para lograr un objetivo político. Aquellos que han servido a una causa partidaria, o que, habiendo salido o renunciado de otra, juraron lealtad a la nueva organización.

La “Lista” viene a ser una especie de mecanismo informal, pero expedito para poder solucionar, según las circunstancias, conveniencias y acuerdos de última hora, lo que no fue posible mediante el uso de la “Fila”. O sea, que la Lista resuelve todo lo que la Fila de forma institucional no puede. Ahí entran todos los que, según el momento y conveniencia, pertenecen a otras organizaciones o se consideran socialmente importantes al momento de realizar los acuerdos.

Y aunque algunos puedan considerar que el uso de la “Lista” no es lo más justo, argumentando que la “Fila” está compuesta por aquellos que le han servido a la organización partidaria durante mucho tiempo, y en virtud de ello deben estar en primer lugar a la hora de las escogencias de las direcciones o las candidaturas, no es menos cierto que, como el partidismo se ha ido adaptando a reglas no necesariamente institucionales ni mucho menos respetuosas de los rangos o escalafones, a la hora de las decisiones, se toman en cuenta “las conveniencias”.

En lo momentáneo o coyuntural, el uso de esta práctica pudiera darle a los partidos algún resultado positivo en términos de la obtención de una que otra candidatura adicional; pero, en cuanto a su futuro, pudieran estar cavando su propia sepultura, ya que, muchos militantes y partidarios pudieran entender que los méritos acumulados para estar en la “Fila” no tienen sentido, al sentirse desplazados por los de la “Lista”.

Los partidos deben tomar esto en cuenta, pues podría, como he expresado en otras ocasiones, estimular la pérdida de la lealtad partidaria. Porque si la “Lista” es capaz de desplazar a los que están en la “Fila”, ¿para qué va la gente a participar en los partidos y a sacrificar gran parte de su vida, si al momento de aspirar se impone la práctica de la conveniencia?

Esto compete, repito, a todos los partidos, pero en especial a los de la oposición, puesto que hay mucha gente esperando su turno al bate desde hace tiempo y no les gustan los emergentes. O como dice la gente: que peso mate a menú.

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