LA LLAMADA EXQUISITAMENTE IRREVERENTE

LA LLAMADA EXQUISITAMENTE IRREVERENTE

El público que acudió y colmó la platea de la sala Máximo Avilés Blonda de Bellas Artes, atendiendo “La llamada”, no pudo haber tomado mejor decisión.

Este musical creado por los actores y guionistas españoles Javier Calvo y Javier Ambrossi, es una obra sin grandes pretensiones, cuyo texto, un tanto absurdo, es exquisitamente gracioso, fresco y entretenido,
“La llamada”, aparentemente religiosa, sin intención moralizadora, no intenta convencer de nada, es una especie de interrogante, “un canto de amor a ese primer amor que marcará la vida para siempre”.
El argumento nos cuenta la historia de dos adolescentes –María y Susana– que pasan el verano en “La Brújula”, un campamento cristiano. Amantes del “reggaetón”, las jóvenes se escapan por la noche para ir a bailar, con la complicidad de una joven monja –la hermana Milagros–.
Para poner orden y respeto, llega al campamento “sor Bernarda”, pero no es la típica monja decimonónica, autoritaria e inflexible, y pretende, con humor y canciones religiosas, conducir a las jóvenes por el “buen camino”, aunque sin mucho éxito. La historia toma un giro inesperado cuando la joven María, recibe la visita de “Dios”, que se comunica con ella a través de canciones de Whitney Houston.

Esta presencia omnipresente, más que un personaje, lo cambiará todo, y cada una buscará a su manera aquello que anhela, dentro o fuera de la fe.

Susana, la más díscola, que quiere disfrutar la vida a plenitud, descubre su verdadera inclinación sexual, y canta la hermosa canción de la autoría de Alberto Jiménez y Jorge Cardona, “Lo hacemos y después veremos”, que sintetiza la esencia de “La llamada”.

La obra logra el equilibrio al enfrentar dos mundos paralelos, separados por el abismo generacional.
Cuatro artistas formidables protagonizan este divertido musical. “María” tiene una intérprete excelente, Karla Fatule, curtida en este género, que sin duda domina, y ofrece una actuación creíble, pasando de la comicidad a la duda, con una mirada de arrobamiento ante la presencia del “Señor”, que canta y encanta. Máximo Martínez materializa la divinidad, su hermosa voz y atractiva presencia dan el toque mágico al musical. El personaje de Susana, el más extrovertido, es asumido con gran naturalidad por la joven artista Laura Lebrón, quien posee excelentes condiciones para la comedia; su histrionismo creciente durante el devenir de la obra logra conquistar a todos. Artista polivalente, Laura, ha dejado de ser una promesa para convertirse en una gran figura de nuestra escena con un futuro prometedor.
La “hermana Milagros”, personaje de variados matices, es perfectamente proyectado por Carolina Rivas, otra joven estrella de nuestra escena. Con una actuación divertidísima, Gracielina Olivero cautiva como la entrañable “madre Bernarda”. Las artistas consiguen una interacción formidable, el humor de los diálogos predomina, los números musicales –esencia del género– interpretados por la “Banda de Dios” se intercalan, propician un ritmo acompasado y permiten aquilatar el potencial vocal de las intérpretes.
La movilidad escénica es una constante coreográfica que se convierte en danza, otro punto a destacar que muestra el potencial de las jóvenes artistas.
En la primera escena, en el campamento, entre las adolescentes, remite la acción a nuestro país, que bien pudiera ser cualquier otro, pero el énfasis en las alteraciones fonéticas –no hablamos de acento que sí son sello de identidad– son propias de nuestro medio, y es que el teatro definitivamente ha dejado de ser una cátedra de dicción.

Pero lo que sí llama la atención es que algunos diálogos están salpicados en demasía con palabras vulgares, “malapalabrotas” o como se les quiera llamar, con el propósito de hacer reír, y lo logran plenamente. Al escucharlas, gran parte del público irrumpe en estruendosas carcajadas, más aun, irónicamente, que cuando los diálogos están cargados de humor ingenioso y fina ironía. ¿Abismo generacional también entre el público?

“La llamada” es un musical bien hecho, cada parte se articula a un todo coherente, logrado por la eficiente dirección de María Castillo. Recomendamos responder a esta “llamada”, que bien merece la pena. Asista a Bellas Artes y pase un momento divertido.

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