La lucha contra la impunidad

La lucha contra la impunidad

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

¡Qué coincidencia más coincidente! Lo de la firma Odebrecht esta tan a la vista que no se puede ocultar, es parte de lo que se ve al igual que el caso de la compra de los aviones Tucano, también brasileños
Curioso es, que ninguna autoridad dominicana investigara los precios comparativos con otros aviones, si ciertamente servían para los supuestos fines que fueron comprados.
Pero mucho más curioso es que irrumpiera en el quehacer nacional la firma Odebrecht obteniendo los principales negocios de construcción por encima de cualquier otra empresa criolla o extranjera.
Y lo más interesante, como nuestras autoridades no tienen su juicio en actuar correctamente, fue preciso que llegaran del extranjero las denuncias, los lodos levantados por los polvos cariocas con sobrevaluaciones, sobornos y toda suerte de diabluras.
Los sobornos pagados por la Odebrecht, según su propia confesión, son sólo una parte de la actividad mafiosa en la que están involucrados muchos funcionarios pertenecientes al Partido de la Liberación Dominicana.
Odebrecht y los Tucano vienen de lejos. Forman parte del diseño de una política, muy inteligente pero también muy perversa, que se inició con la corrupción del sistema electoral que permitió la compra de conciencias y de voluntades para obtener una mayoría en el Congreso Nacional y en el Poder Judicial, que permitiera gobernar la nación con un narigón “legal” y “constitucional”
La jugada que permitió reformar la Constitución para nombrar Tribunales Superiores complacientes, cómplices con el Poder Ejecutivo y el PLD, fue el primer peldaño de esta carrera desenfrenada por el enriquecimiento ilícito y el asalto a los poderes constitucionales sin que haya posibilidad de castigo porque el Poder Judicial carece de independencia.
Las protestas, los mítines, las marchas el reclamo de justicia sólo tendrá éxito siempre que haya una actividad constante y creciente.
Se trata de trabajar sin descanso, sin prisas, pero sin pausas, día tras día para que todos hagamos nuestros los reclamos de justicia, las demandas de que sean castigados aquellos que actúan por encima de la Constitución y las leyes, la moral y las buenas costumbres.
En ocasiones parece como si los pueblos quisieran vivir mal, que unos pocos sean quienes tengan derechos, como si los demás fuésemos borregos cuya misión en la vida sea soportar los abusos y el tigueraje de quienes se alzan con el santo y la limosna.
No aprenden de la historia, que un buen día los pueblos despiertan, se levantan y reclaman su derecho a una vida donde se respeten las reglas de juego, donde todos seamos medidos por la vara de la ley, sin injusticias ni privilegios.
Eso es lo que buscamos, nuevamente. ¡Adelante y valor!