La lucha contra la pobreza

La lucha contra la pobreza

Cuando un ciudadano se ve compelido a buscar salud en un hospital del Estado es porque de verdad se siente muy mal, tanto económicamente como su estado general donde la vida esta realmente en peligro y no quiere ceder ante la muerte, porque en verdad que ir a un hospital público es una especie de autoflagelación o tortura de la que sólo la pobreza extrema es responsable.

Quien tiene un mínimo de posibilidad de acudir a un centro privado lo hace aunque en el mismo solo haya una enfermera, un medico general y una camilla como elemento para atender a alguien que busca ayuda medica.

Pero quien conoce el estado de los hospitales difícilmente se arriesga a ir a uno porque la insalubridad que se respira pone en riesgo la vida, es como que se vaya con un mal y se adquiera otro por contagio.

Los reportes que nos llegan por vía de los medios de comunicación y por la vía directa de pacientes que han tenido que acudir en busca de ayuda no nos dejan mentir. Los hospitales son por demás un reflejo de la situación general que vive el país: el abandono y la carencia de todo es para que ocurra lo que han hecho muchos medicos de varios centros, declararlo en emergencia, estado que debería generalizarse en el país si partimos de la falta de energía, de agua, de alimentos, y otras cuestiones elementales para la vida.

Se presume que quien acude a un hospital público es porque no tiene dinero ni para comer, pero si tiene que ir a uno, con lo primero que se encuentra es con un médico entruñado porque no tiene posibilidad de otorgar la ayuda que busca el paciente, luego deberá comprar la receta de un medicamento muy caro, que además corre el riesgo de ser falsificado porque la falta de reglas y controles ha permitido que se vendan libremente las medicinas falsificadas en en el país.

Lo más deprimente es el ambiente desolador, nauseabundo con que se encuentran los hospitales, me parece que es una tortura tener que ir a uno de ellos y pensar que tanta gente no tiene otra alternativa que no sea la de ir a los hospitales del Estado.

Muchos atribuyen a la falta de voluntad política la situación de esos centros que no me parece adecuado llamarlos de salud, pero creo que hay una responsabilidad que debe ser compartida entre el ministro que tiene la responsabilidad general, los directores de cada centro y los médicos que laboran en ellos.

Creo en tres prioridades que a mi entender son simples para mejorar el servicios en los hospitales: 1) La higine. Un hospital debe ser un centro de salud donde hay un ambiente donde se pueda respirar, donde no huela a matadero, ni a orines, sino algo parecido a un hotel, porque es un asunto de vida.

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