La lucha político-partidaria no es un juego de muchachos

La lucha político-partidaria no es un juego de muchachos

Teófilo Quico Tabar

Aquí, hasta los menos versados hablan sobre lo que significa la lucha por el poder. Y ahora, a poco tiempo de iniciarse un nuevo mandato, muchos, incluyendo del partido oficial y quienes lo apoyaron, expresan que si no se dan determinadas condiciones, la situación podría adquirir dimensiones inimaginables. Tal vez sin darse cuenta de que, en la coyuntura actual, lo que menos le conviene al país es una situación de enfrentamiento político entre los partidos. No importa si están en el Gobierno o en la oposición, pero mucho menos dentro del mismo Gobierno.

No me quiero referir a lo que pudiera estar ocurriendo en el PLD o la Fuerza del Pueblo, que son los dos partidos de oposición con mayor representación congresual y municipal. Ni a las predicciones de expertos analistas sobre sus luchas internas y cuáles de los dos partidos que cuentan con más fuerzas para tumbarle el pulso a otro, o por demostrar quien tiene más molleros.

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Lo que si me siento en el deber de señalar -porque, sin ser miembro de ningún partido, hasta el momento, participo en un área del Gobierno por una relación personal con Luis Abinader– son las supuestas demostraciones de fuerzas que pretenden exhibir los aspirantes dentro del área oficial. Porque lo que ahí suceda, afecta de cualquier manera, no sólo la imagen del Gobierno y el presidente, sino a la sociedad.

Entiendo que una lucha dentro del partido de Gobierno, no solo es extemporánea, sino, además, imprudente. Porque todos los que están en el supuesto ruedo luchando por aspiraciones, tienen responsabilidades importantes en el tren gubernamental. Y si alguna demostración debería estar dando esos aspirantes es acerca de su eficacia y eficiencia diaria y permanente en sus gestiones. Porque repercuten tanto en el conjunto del gobierno como en el país.

Ninguno de esos aspirantes tiene que demostrarle a la sociedad cuanta fuerza tienen, porque cada uno sabe con lo que cuentan. Tampoco tienen que demostrar cuanto desarrollo muscular tienen sus cuerpos, mucho menos sin ser atletas. Incluso podría ser interpretado como una muchachada, faltando más de tres años para las elecciones del 2028.

Si acaso entienden que desde ahora tienen que convencer a los demás de que están aptos para merecer su postulación, la mejor forma de lograrlo sería, asumiendo sus propios criterios. Lo que piensan como dirigentes, no como quienes pudieran estar detrás de otros objetivos ni cobijándose bajo la sombra del gobierno. Porque los líderes trazan pautas para que la gente los siga y actúen de acuerdo con su pensamiento.

He advertido sin descanso que hay sectores con incidencia en la vida nacional, a quienes no les interesa que los partidos se cohesionen y se fortalezcan, sino que equivocadamente piensan que manteniéndolos fragmentados, les resulta mucho mejor económica y políticamente.

Sin importar la interpretación que alguien pudiera darle a este trabajo, advierto, una vez más, que si continúan gastando esfuerzos en esas luchas por demostrar fuerzas desde posiciones gubernamentales, estarán distrayendo esfuerzos en perjuicio de la eficiencia y de la gestión de gobierno. No debiendo olvidar, que, al final, la gente tiende a evaluar la gestión del gobierno de forma conjunta, no las individualidades

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