La lucha por el liderato y la jefatura ha sido permanente

La lucha por el liderato y la jefatura ha sido permanente

Teófilo Quico Tabar

En la década de los 80 se produjeron varios acontecimientos importantes en la vida política del país. Entre ellos: el triunfo de Jorge Blanco y la muerte del Presidente Guzmán en 1982, la poblada luego de la firma con el FMI en el 83, el retorno de Balaguer al poder en el 86, asilamiento y condena de Jorge Blanco, etc.; Sin embargo, la constante lucha por la jefatura y liderazgo en los partidos continuó su curso. Al extremo de que, en pleno gobierno perredeísta, se produjo uno de los acontecimientos político-partidistas más destacados, la crisis dentro del PRD que provocó la división del Senado de la República, el surgimiento del BIS por parte Peña Gómez, y el PRI con Jacobo Majluta.
Las causas podrían ser muchas, pero en definitiva, lo que en el fondo existió fue lucha por el control de las estructuras. O sea, liderazgo y jefatura. Este acontecimiento, que se podría definir como el segundo en importancia en el PRD, luego de la salida de Bosch para fundar el PLD, no deja de ser un tema permanente de estudio y análisis. Pues Peña Gómez, que asumió plenamente el liderazgo del PRD a partir del 1973, siempre encontró fuerzas internas con alianzas externas que, si bien no le cuestionaban su liderazgo, le ponían trabas a posibles decisiones para convertirse en candidato genuino de dicha agrupación.
Durante ese período el PRD arrastró una secuela de acontecimientos internos de rebeldía y levantamientos. Y entre las razones o causas de esas situaciones adversas, además de que una parte importante entendía que Peña Gómez no podía ser candidato a la presidencia, alegando que la sociedad no estaba preparada para ello, el gen fraccionario, y tal vez el más importante de todos, el descuido permanente de su tipificación sanguínea y su ADN, pues vivieron haciendo transfusiones sin saber si la sangre era compatible.
Peña Gómez apadrinó, por decirlo así, a don Antonio Guzmán y a Salvador Salvador Jorge Blanco como candidatos presidenciales hasta sus triunfos; sin embargo, no encontró el debido apoyo y colaboración cuando tanto él como parte de sus seguidores, entendieron que había llegado el momento para que se convirtiera en el candidato natural de los perredeístas. Cosa que vino a ocurrir en 1994, ya aquejado de salud.
Porque además de que la característica levantisca, inserta en la médula política dominicana, ha sido una constante, en el PRD surgieron muchos pollos que se consideraron gallos y no desperdiciaron espacio ni tiempo para cantar, tratando de hacerlo al mismo tiempo. Pero aún así, solo la presencia de un líder como Peña Gómez, a pesar de las pugnas, pudo mantenerlo como el principal partido de oposición hasta su triste final, que lo condujo al triunfo en el 2000 con Hipólito Mejía.
Sin embargo, en esa misma década, organizaciones con contenido ideológico y doctrinario, pero que no contaban con un líder o jefe, terminaron dividiéndose, fusionándose o desapareciendo. Porque como decía Calvani, toda copa de helado, aunque buena, necesita una fresa que la adorne.

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