El Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) es la madre de todos los acuerdos de libre comercio firmado en el mundo. Doce naciones, con un mercado de 800 millones de consumidores entraron en ese convenio esta semana.
Así lo anunciaron en Atlanta los siguientes países: Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malaysia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Estados Unidos y Vietnam. Es un histórico acuerdo. Las negociaciones demoraron siete años y siendo éste una de las promesas que hizo el Presidente Obama al tomar la presidencia en el 2008, se tardó, pero como siempre, cumplió su palabra. Posiblemente, será el legado más grande que el Presidente deje en materia comercial a la nación. Ese tratado significa el 40 por ciento del comercio global y desfasará los aranceles en todos los productos comerciados en la zona, con la excepción de unos pocos.
El presidente Obama tendrá su mayor obstáculo, ¡como siempre!, en el Congreso de su propia nación, donde los republicanos controlan ambas cámaras. Sin embargo, tendrá oposición también de los demócratas, pues estos no son muy buenos amigos de los asuntos de libre comercio, pues alegan algunos que afectan a los trabajadores estadounidenses. De hecho, Hillary Clinton, que va al frente en todas las encuestas, se opone al TPP, según anunció en Iowa esta semana.
Aparentemente, Hillary no quiere apartarse del sentir de los sindicatos obreros que ven con recelos ese acuerdo. Con esto, ella se encuentra en un dilema grande, pues al contradecir a Obama, puede enfrentar a los votantes negros.
Si se recuerda bien, cuando el presidente Clinton impulsó en 1993 el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) forjó una alianza con los republicanos para superar la oposición de su propio partido. Ese contrato se aprobó, recuerdo, en septiembre de ese año y entró en vigencia el primero de enero de 1994. Lo que sí está claro fue lo que expresó esta semana Josh Earnest, portavoz del presidente Obama, cuando dijo que “habrá que elevar los estándares, y encarar las preocupaciones que han sido expresadas por muchos sobre el verdadero impacto del acuerdo comercial”.
Bueno y, ¿China qué? pues ellos, los chinos, son los grandes ausentes en esta nueva alianza comercial. China muy sabiamente, alabó el acuerdo. El ministerio chino de Comercio se manifestó y dijo que: “China está abierta a cualquier mecanismo que siga las reglas de la Organización Mundial del Comercio y que pueda impulsar la interacción económica de la zona”.
No fue casualidad que el jefe del Estado chino visitara a los Estados Unidos hace un par de semanas. China no se pierde en lo claro. Son inmensas las contradicciones que existen entre esas dos naciones, como son, por ejemplo, la manipulación que hacen los chinos de su moneda, y las disputas de territorios en las aguas continentales del pacífico, sólo para mencionar dos de los asuntos calientes entre ambos países.
Pero el comercio entre ambos países constituye una prioridad mucho mayor que las ideologías políticas. En realidad, son las economías número uno y dos del planeta.
Siempre he creído que en aspectos de tratados comerciales, los EEUU son los guapos del barrio – en su condición de ser la potencia militar y comercial más grande y abierta del mundo -. Por ejemplo, el acuerdo comercial que Europa y los EEUU planear firmar para finales del año 2016 y que se conoce, como el tratado de Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP por sus siglas en inglés), traerá un mercado de 500 millones de consumidores. O sea, los EEUU en asuntos comerciales, es como un emparedado, pero vaya usted a ver, qué sabroso, es del lado oeste 800 millones de consumidores y del este, 500 millones adicionales.
Si se combina esto, con los yacimientos de petróleo y gas de esquisto (fracking), la prosperidad más grande de la historia de los Estados Unidos está por llegar, nunca antes, en la historia del mundo, un país tenia tantos recursos y posibilidades a manos. La hora de oro y grandeza de la nación está por venir. La República Imperial está garantizada por los próximos 100 años.