La madre; primer lugar sagrado

La madre; primer lugar sagrado

“Si no se respeta lo sagrado, no se tiene nada en que fijar la conducta”.

Confucio

 

La palabra “sagrado” deriva de una raíz que significa entero, completo, conectado. Cuando decimos que algo es sagrado estamos significando que nos completa o nos hace enteros. 

Para todas las personas, la madre es el primer lugar sagrado. La madre es el origen de la seguridad, el amor, el sostén y la vida. Los espacios que habitamos son el reflejo de la relación con la madre. Con frecuencia, el hogar que habitamos representa el tipo de relación que tenemos con nuestra madre.

En todos los ámbitos, la relación con la madre es de una importancia fundamental. En República Dominicana, ayer celebramos el día de las madres (último domingo de mayo).

Si bien el culto a la Madre Tierra -y la maternidad- fue una constante entre las culturas precolombinas, las fuentes describen que la conmemoración del día de la madre se remonta a las celebraciones primaverales en Grecia, en honor a Rhea, madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades.

Autores relatan que en Inglaterra se festejaba el llamado mothering sunday (domingo de las madres) alrededor del año 1,600. En las casas nobles y los palacios, se les permitía a los sirvientes regresar a los hogares para compartir con sus madres. Algunos colonos ingleses conservaron la tradición al llegar a los Estados Unidos.

La poetisa y activista social Julia Ward Howe fue quien motivó el primer festejo público del día de las madres, en 1872 (Boston, Massachusetts).

Sin embargo, fue en 1914, cuando el presidente Woodrow Wilson declaró el segundo domingo de mayo Día de la Madre en EEUU. Posteriormente, de allí la festividad se extendió a otros países.

La madre es la puerta hacia Dios, lo sagrado en nosotros.

Para todas las personas, tener un espacio sagrado al que acudir cuando las fuerzas se debilitan es una necesidad del alma. Lo mismo dá que sea una iglesia, casa, templo, playa o campo.Para los latinos, tener una casa es sinónimo de bienestar y paz.

Aunque el diccionario dice que sagrado es algo bendito, sacro o santificado, el alma lo traduce de un modo simple a algo que tiene encanto, que nos da felicidad, que nos conecta con el gozo o nos muestra la magia y el milagro. 

La religiosidad hace que la palabra “sagrado” se asocie con santidad, devoción, virtud y piedad, lo que deja a muchos fuera de su alcance. ¡Se asustan! Madre, vida, hogar y sagrado son sinónimos.

La Dra. Christiane Northrup, una visionaria que se ha convertido en la principal autoridad mundial en el campo de la salud y el bienestar de la mujer, dice  que sólo cuando comprendemos el verdadero impacto del efecto que la relación con nuestras madres tiene en nosotros, podemos comenzar a sanar y cambiar nuestro camino.

Desde pequeña, vi a mi madre decorar la casa, cuidar los detalles y velar porque el espacio se viera agradable. Tal vez porque me recuerda lo importante que era para ella que el hogar fuera agradable, el espacio que habitoes mi lugar sagrado. En él me siento ser quien soy. 

Jane Alexander, laureada actriz, productora y escritora estadounidense dice que cuando cruzamos el umbral de casa, tendríamos que ser capaces de dejar fuera las tensiones y fatigas del mundo exterior. Para ella, el hogar debe proporcionarnos un santuario para el alma y un refugio para los sentidos.

Hace unas semanas, estuve oyendo una entrevista que le hicieron a Denise Lynn, una reputada escritora con más de 16 bestseller entre los que se encuentran “Espacio Sagrado” y “Feng Shui para el alma”. Para Denise, el hogar puede ser un espacio tóxico donde enfermamos o un lugar sagrado en donde nos conectamos con lo divino. 

La diferencia entre un hogar acogedor y una simple casa consiste en la manera en que lo miramos y nos relacionamos con él. El viaje personal de Denise inició tras una experiencia cercana a la muerte a los 17 años. Su búsqueda la llevó a explorar las tradiciones curativas de diversas culturas, incluyendo las de sus propios antepasados cherokees, los aborígenes australianos, los kahuna hawaianos, los zulúes en Bophuthatswana y los maoríes de Nueva Zelanda. 

Las culturas antiguas tienen a la madre en un lugar de honor dentro del clan. Muchos rituales se orientan a transformar nuestra mirada y mirar lo sagrado en lo cotidiano.

Creo que el cuidado que le damos a nuestra casa es una delicada expresión de nuestra autoestima, y el grado de satisfacción que el alma expresa hacia la vida. El reputado arquitecto y escritor Anthony Lawlor dice en su libro “Un hogar para el alma: guía para vivir con espíritu e imaginación”, que el paraíso que buscamos está al alcance de la mano, entre los armarios de la cocina, y el closet de la habitación. Y añade, con ojos para verlo, podemos recuperar en nuestro hogar el lugar sagrado que el alma desea.

Lo interesante es que no vemos las cosas como son, sino como somos nosotros. En el budismo zen, se hace mucho énfasis en ver todo como algo sagrado, especialmente, los espacios que habitamos.

La relación sana con la casa es una manera de sanar el vínculo con la madre. 

Algunas personas tienen el privilegio de ver todo el planeta como un lugar sagrado. 

Un espacio sano genera sentimientos de seguridad similares a los que teníamos en el vientre de la madre. En su libro “El cuidado del hogar”, Marilynne Robinson dice que las abuelas y bisabuelas eran sacerdotisas, sabían que el hogar es un espacio sagrado. 

Ella propone la harina de maíz, la sal, los cereales, la cerveza, la miel, la cera de abejas, el aceite de linaza, la leche, el romero, el eucalipto, el agua de rosas, la albahaca y los aceites de limón, naranja y mandarina para hacer las limpiezas del espacio. 

Según Marilynne, los objetos de la casa tienen vida, por lo que recomienda presentar los unos con los otros, provocar nuevas y originales combinaciones, y buscar compañía para los desparejados.

¿Los espacios que ocupas dicen quién eres?

¿Te reflejan?

¿Te completan?

¿Te traen felicidad? 

¿Habitas en un espacio sagrado?

¿Cómo está la relación con tu mamá?