La madurez política, buena consejera

La madurez política, buena consejera

El ejercicio de una actividad tan circunstancial y variable como la política, requiere de un temperamento especial, un carácter templado y una paciencia fuera de lo común, atributos éstos que se traducen en madurez política.

La madurez política  es la adquisición de la adultez en una de las actividades más cautivadoras  y  a la vez más trumáticas del quehacer humano. Regularmente, los políticos que alcanzan esta virtud suelen tener éxito en sus propósitos.  

El pasado proceso electoral sirvió para que varios de sus  actores pusieran de manifiesto el grado de madurez política que poseen.  La decisión del  candidato Danilo Medina y del presidente Leonel Fernández, anteponiendo cualquier diferencia existente en beneficio de la unidad de su partido, fue un acto de madurez política. Otro paso que refleja un importante grado de esa madurez lo encontramos cuando los estadistas logran la importante concertación electoral con el Partido Reformista y otras doce organizaciones políticas que a la postre fueron determinantes para el triunfo electoral.

En ese mismo escenario surge otro actor que es justo destacar debido a la madurez política que demostró en sus actuaciones. Se trata de Carlos Morales Troncoso, quien pudo vencer  todas las dificultades generadas por las luchas internas, resistir el transfuguismo, conduciendo al reformismo hacia un crecimiento sostenido y al mantenimiento como partido  mayoritario.

Derrotado del reformismo los proyectos personales, la figura de Carlos Morales, surge como liderazgo cimero, con la fuerza moral necesaria para decidir en el futuro inmediato cualquier acuerdo con miras a la participación institucional de los reformistas en el nuevo gobierno que presidirá Danilo Medina.

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