MARTHA PÉREZ
Las elecciones congresionales y municipales a celebrarse en mayo próximo tienen una singular característica, sucedida del resultado electoral del 2004, en que obtuvo la victoria el Partido de la Liberación Dominicana, PLD, para asumir el poder en un ambiente con una mayoría congresional y municipal de la oposición, mayormente del PRD.
No obstante esa mayoría, el resultado electoral, que no esperaban pese a las mediciones de las preferencias del electorado en aquel entonces, sacó de la palestra del poder al Partido Revolucionario Dominicano; fomentó el inevitable malestar, luego de la ínfula del poder, pasando a ocupar el principal puesto en la oposición; aún cuando contaban con una mayoría congresional y municipal, que, precisamente, es lo que ha fermentado, en muchos de ellos, ese ímpetu para hacer una oposición tenaz, con miras a retener y mantener a como dé lugar, esa importante cuota de poder o incrementarla para recomponerse e invertir el orden de las cosas, hacia el 2008 y más allá.
En el caso del PRSC (visto como conjunto, para obviar detalles), el objetivo principal sería retomar el espacio perdido y crear las condiciones para ir posesionándose, si no como la primera, como la segunda fuerza política, pero las condiciones para dicho propósito no les han sido favorables, resultando una situación que merece capítulos aparte y que es la razón por la que algunos de sus principales figuras hayan decidido mirar hacia los lados con mejor dirección del viento.
Las demás fuerzas, calificadas, entonces, dentro de los partidos pequeños o minoritarios, han merecido el calificativo de fuerzas emergentes o partidos en desarrollo al aumentar su caudal de votos en el 2004, que les mereció escalar su posición en la boleta electoral. Han de considerarse también algunas fuerzas que perdieron su reconocimiento y trataron de recomponerse, así como las nuevas de reciente conformación.
En fin, el espectro de partidos y movimientos políticos con sus respectivas situaciones internas, entre normal, crítica, aguda y compleja, ha propiciado una amalgama de alianzas, de carácter objetivo y subjetivo, que ha originado una verdadera magia en sus resultados, sobre todo, las alianzas que tienen una consolidación sobre un marco general y base programática, como es el caso de la coalición que encabeza el PLD junto al Bloque Institucional Social Demócrata, BIS, Alianza por la Democracia, APD, Fuerza Nacional Progresista, FNP, Partido de los Trabajadores Dominicanos, PTD, Movimiento Izquierda Unida, MIU, Partido Liberal La Estructura, Unión Demócrata Cristiana, UDC, Consejo Presidencial, y el acercamiento en esta coyuntura del Partido Reformista Popular, PRP.
Las alianzas pactadas por las fuerzas políticas y algunos movimientos sociales del país, aunque en ciertos casos han juntado a mansos y cimarrones y puesto a felinos a jugar y comer juntos con caninos, casos que tal vez podrían tomarse como aislados, dado el poco impacto que pueden tener dentro del espectro político de esta especial coyuntura electoral; por un lado, han indicado el camino que debemos seguir los dominicanos-as, que es el camino de la unidad, y por el otro, han demostrado que es posible la diversidad y pluralidad a la hora de poner en práctica las ideas en el marco del respeto mutuo; sobre todo, cuando del compromiso con la nación se trata. Es importante que esa magia no sea desvanecida con el logro de un puesto electoral; que el propósito de las verdaderas alianzas no se desnaturalice al asumirse el puesto o cargo logrado; que las promesas electorales no caigan en la demagogia. No se trata de la magia de los magos e ilusionistas. La magia a que nos referimos sólo pueden medirla y valorarla aquellos que se aliaron para trabajar juntos de manera institucional, para echar a andar un proyecto de nación, sin tropiezos, por el progreso y el desarrollo del país y la nación, de manera sostenible.