La magia del Quijote cumple 400 años

La magia del Quijote cumple 400 años

POR FÁTIMA ALVAREZ
España y el mundo se abocan a la culminación de las celebraciones conmemorativas a los cuatrocientos años de la edición de El Quijote, obra cumbre de la literatura castellana, sólo comparable en traducciones, venta y publicación a la mismísima Biblia.

Una serie de actividades de tipo turístico, histórico y cultural se han organizado en la región de Castilla, y de forma específica en La Mancha, en honor a la obra máxima de Miguel de Cervantes y Saavedra, quien no llegó a alcanzar en vida todo el lauro que posee en el mundo castellano y aún más, sino hasta cuatro siglos después.

Al igual que el grueso de los artistas y literatos, el Manco de Lepanto no disfrutó de fortunas alcanzadas por su creación literaria, aunque sí pudo lograr una gloria exigua al final de sus tristes años.

Evaluado desde diferentes ángulos y por diferentes autores en estos cuatro siglos de existencia, El Quijote se reinventa cada vez, obligando al lector a cuestionarse sobre el papel de la obra en la trascendencia histórica, la universalidad de la obra o quizás sobre la línea divisoria entre una mente sana y una que vive de desvaríos.

El entorno en que fue creada la obra y el momento histórico de la España de entonces, son imperativos que marcan el punto de partida para el nacimiento de la obra más excelsa de la lengua castellana.

Una decadente España gobernada por Felipe III y casi venida al abismo como imperio, sirvió de base e inspiración a un maltratado hombre que, casi anciano para entonces, había visto pasar los mejores años de su vida sin demasiado brillo y sin conseguir muchos créditos en la vida teatral a la que se había abocado.

Anquilosada su mano izquierda por haber participado sin demasiados méritos en la batalla de Lepanto, sin fortuna y tras haber pasado cinco años en presidio en Argel, donde maquinó lo que en principio pretendió que fuera una sátira a las obras de caballería de la época, Cervantes inició la producción literaria de «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha».

Apropiadísimo para la época actual, el susodicho hidalgo (de muy baja hidalguía realmente, en lo atinente al escalafón de nobleza), pretende enderezar entuertos y convertirse en el supermán justiciero en un mundo donde cada vez la justicia juega un papel más débil e inequitativo.

Aunque el plan de Cervantes era realizar una novela corta, le atrapó el encanto del noble hidalgo y creó la segunda parte de la obra a la que hoy celebramos.

La cuestión es que estamos aquí, cuatro siglos después, agradeciendo a Cervantes la ingeniosa «locura» de crear a un personaje que, carente de los valores sociales de la época, sin más soldados a su servicio que un viejo escudero bajo de estatura y panzón, cuya mejor cualidad era la fidelidad; sin más caballería a su servicio que el paso cansino de un jumento viejo y escuálido y sin más motivos que su afán por desterrar del mundo la injusticia, se lanzó hacia la tierra de los sueños, a pelear con embravecidos molinos de viento y a soñar con el amor platónico de su Dulcinea del Toboso, para contarnos la historia más hermosa jamás contada, con la que se inaugura la novela moderna.

La magia de El Quijote radica en que sirve bien como estudio antropológico, como libro de historia, como un tratado sobre la locura o como la historia de los sueños. A todos de alguna forma nos sirve. Difícilmente El Quijote pueda caer en el olvido. El Quijote es una de las glorias de la literatura universal.

LA RUTA DE LA MANCHA

Las autoridades de La Mancha realizaron un trayecto conocido como la ruta de La Mancha, en honor al lugar geográfico en que se desenvuelven las historias de El Quijote, no sólo como una ruta terrestre sino como una literaria y culturall. La ruta de La Mancha pretende ser un reconocimiento de España y los países hispanoparlantes al papel que ha jugado El Quijote, obra cumbre de Miguel Cervantes y Saavedra en el devenir de la lengua española. A través de ella los poseedores de la lengua conocerán sus orígenes, evolución y papel que han jugado un sinnúmero de literatos tocados por la magia de Cervantes.

Es a su vez, un reconocimiento a su autor que, cuatro siglos después de haber escrito la obra cumbre de la literatura española, mantiene vigencia en el mundo.

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