La majestuosa Catedral San Pedro Apóstol

La majestuosa Catedral San Pedro Apóstol

POR ROSA FRANCIA ESQUEA
San Pedro de Macorís  es poseedora de un rico legado religioso y arquitectónico: su  recientemente restaurada Catedral San Pedro Apóstol. Ese templo de estilo neogótico,  cuya construcción en hormigón data  de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, se encontraba desde hace años en estado crítico de deterioro.

Los trabajos de  puesta en valor estuvieron  a cargo de un equipo de profesionales  encabezado por el arquitecto Jesús Musa Hazim, con el asesoramiento del arquitecto César Iván Feris Iglesias, ex director de la Oficina de Patrimonio Monumental de la Secretaría de Estado de Cultura, ambos nativos de esa provincia.

Fue una jornada  ardua, que requirió de varios años de  dedicación,  pues la estructura presentaba severos  daños en las losas del techo, en los ventanales, portales, piso, columnas y otras partes de la edificación.

Las imágenes de los santos tenían fisuras; los cables del sistema de iluminación estaban por fuera  y, tal como expresan los arquitectos Musa y Feris: “no había ningún rastro de la solemnidad que debe caracterizar un templo”.

Un templo totalmente remozado

Lo primero que hizo el arquitecto Musa fue una evaluación general que incluyó hasta la  sacristía, la oficina, verjas y jardines.

Luego se procedió a la consolidación de la estructura, que consistió en la reparación de todas las fallas en cuanto a agrietamientos y sustitución de elementos arquitectónicos que habían sido demolidos.

El mármol de Carrara combinado con Negro Caballero reemplazó  el hormigón simple, que estaba deteriorado.

También reemplazaron las piezas del piso interior, las escalinatas que van hacia los altares, la sacristía y las cuatro entradas principales.

“Todas las instalaciones eléctricas fueron soterradas, con un trabajo muy intenso y de mucho cuidado, adecuado a los estándares que requiere una obra como ésta, a fin de dotarla de un moderno diseño luminotécnico, que nos permitió resaltar todos los elementos arquitectónicos principales de esta magnífica edificación”, señala Musa.

La cruz de hierro que está en el campanario fue sustituida por una de bronce, que es hermosa;   las puertas  y ventanales se hicieron  nuevas, ahora  en madera  resistente y preciosa. Los objetos de culto hechos en oro, plata y bronce fueron rescatados y salvados por los mejores artesanos.

Para darle seguridad a los vitrales, se le aplicaron planchas transparentes de policarbonato y los enmarcaron con  angulares de acero que los protegen tanto de actos vandálicos como de fenómenos naturales, como huracanes.

Las puertas fueron lustradas a mano, tal y como se hacía antes, y  se le instaló un sistema de sonido con los más altos estándares  apropiado para  ese tipo de edificación, además de  dotar a este magnífico templo de un sistema de climatización con ventanales de aire  acordes al diseño.

Para enriquecer el valor arquitectónico y artístico de la Catedral San Pedro Apóstol, el pintor Dustin Muñoz hizo un mural en óleo sobre tela,  de 16 metros de ancho por 7½ de alto en el área anteriormente destinada al coro, ya en desuso.

El mural recrea la escena de Jesús entregando a Pedro las lleves del reino de los cielos. La iluminación enfoca directamente al Cristo, dando la sensación de hiperrealismo, pues parece que Él se saliera del lienzo. Además, tiene, entre otras imágenes, figuras de ángeles, a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, este último representado en una paloma que lleva en sus patas una corona de espinas.

El área física donde está el mural fue acondicionada con un piso de mármol y se habilitó para la exhibición de piezas de la Catedral que están expuestas en el templo: “En definitiva, hay un museo” , señala el arquitecto Feris Iglesias.

A juicio de los arquitectos, esta obra de arte “constituye  el aporte artístico más importante de la Catedral”.

Descripción de la Catedral

La entrada principal está coronada o dominada por una arquivolta (decoración característica del período románico y gótico) que marca el acceso al interior desde la Plaza Salvador, con un rosetón  sobre ella  con el escudo  franciscano, que corresponde a   la orden religiosa  que hizo ese templo.

Los pináculos, contrafuertes y antepechos están decorados según el estilo gótico, pero en hormigón, en vez de piedras.

Su interior es románico; la nave central está abovedada y tiene lucernarios (aberturas) con arcos de medio punto hechos de vitrales que, en su inicio eran para iluminación y ventilación, pero, por razones de  seguridad, ahora solo permite la entrada de luz. Los dos niveles laterales están iluminados por vitrales instalados en arcos ojivales.

Algo muy notable, según apunta Musa,  es la colección de los vitrales en grisalla, hechos en cristales que adquieren su tonalidad con el calor que reciben al entrar al horno.

“Es la colección de vitrales más importante y de más valor económico de  República Dominicana. Fueron hechos en Alemania por Gustav Van Treck, que es el equivalente a Picasso en la pintura”, continúa diciendo Musa.

Hay otros de origen francés de la casa J. P. Dragan, de Burdeos; todos son la década del 20. Las imágenes fueron importadas  de Andalucía, España, y la mayoría están talladas en madera y yeso policromado.

Esta catedral, sede del Obispado de San Pedro de Macorís, luce hoy solemne, hermoseada y distinta. Constituye “el patrimonio más importante del país del período republicano  y una de las primeras edificaciones del continente realizadas en hormigón armado”, tal y como expresan sus restauradores.

Para darles los cuidados de conservación que requiere ese monumento, fue creado un Patronato, encabezado por el obispo Francisco Ozoria Acosta, e integrado por personas de la comunidad, especialmente la feligresía, con la asesoría del arquitecto Feris Iglesias. La Presidencia de la República asignó un fondo económico para ayudarlos.

El equipo de restauradores dejó  un inventario descriptivo y fotográfico de todas las piezas de la Catedral San Pedro Apóstol, la cual es calificada como el símbolo más importante de una sociedad dedicada a la expresión artística en todas sus vertientes  y un atractivo turístico.

Donantes

Los vitrales fueron donados por familias petromacorisanas, como doña Constance M. de Georg, José Armenteros, Lorenzo Sánchez Rijo, Rafael Corso, la familia J. W. Tatem, la Sociedad Corporativa de Fomento Parroquial y  la Sociedad de la Caridad, formada por un grupo de familias cubanas, que donó el vitral en que aparece la Virgen de la Caridad del Cobre.

Los retablos y las imágenes de los santos también fueron donados por personas y familias petromacorisanas,  como César Iglesias, José Armenteros, Katty Issa viuda Haché y Conchita Zayas Bazán, quien regaló  la puerta del baptisterio y la pila bautismal.

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