La mala suerte de Samaná

La mala suerte de Samaná

Como es corriente decir en el lenguaje popular, Samaná es una provincia de mala suerte. Su belleza impresionante, sus paisajes arrobadores, su ubicación al ladito del mar, su historia cargada de significativos episodios y su fragua de culturas no han sido suficientes para seducir a los gobiernos para que se enamoren de su potencial turístico. Solo en las administraciones del doctor Joaquín Balaguer Samaná logró la atención gubernamental. Siempre se creyó que después del desarrollo del polo turístico de Puerto Plata, el turno le tocaría a la apacible y bella provincia de Samaná, pero la realidad ha sido otra. La diputada Elsa de León nos acaba de recordar el descuido en que se encuentra aquella jurisdicción. Y nos menciona los males de siempre: el deterioro de las calles del centro de la ciudad, un vertedero de basura ubicado en un lugar inapropiado y los peajes que se pagan en las carreteras son, a su entender, tan caros que reducen la llegada de turistas y visitantes dominicanos. En el pasado reciente también se habían enumerado otras necesidades de la provincia: el serio problema de la titularidad de la tierra, fenómeno este que ha afectado sensiblemente la inversión, local y extranjera; la falta de cuidado de las paradisíacas playas, la falta de protección del medio ambiente, sobre todo de las áreas protegidas y de las fuentes acuíferas, y la falta de varios puentes en igual cantidad de productivas comunidades rurales. No dejamos de reconocer, a pesar de lo que hemos observado, que Samaná ha conseguido algunos avances como destino turístico, pero muy lejos de su potencial. Le ha faltado suerte, para decirlo de manera popular y con cierta carga de visión mágica de la vida; la suerte que se deriva de la atención gubernamental que diseña planes y los pone en marcha de manera sistemática y con objetivos claros. Cuando esa atención esté presente de manera operativa, veremos la gran afluencia de la inversión extranjera y local. No olvidemos que el desarrollo turístico de Samaná arrastrará, como una locomotora, el progreso turístico de Miches, Sánchez y Nagua.

Vamos a superar las debilidades

Los miembros de la Junta Central Electoral (JCE) están haciendo bien en aprender las lecciones dejadas por la prueba piloto nacional del voto automático. Este, y no otro, es el objetivo de un experimento de ese tipo. El doctor Julio César Castaños Guzmán, presidente de la JCE, acaba de afirmar que hace falta mayor entrenamiento y capacitación del personal para perfeccionar áreas como la conectividad, el transporte de los equipos, los horarios y hasta la dieta del personal actuante. Ahora solo se necesita trabajar sobre las debilidades para que desaparezcan. ¡Así iremos bien!

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