La resistencia a los fármacos del parásito que causa la malaria se ha expandido en varias regiones del sudeste de Asia, lo que amenaza «seriamente» los programas globales de control de esta enfermedad, informaron hoy fuentes científicas.
La resistencia a la artemisina, el principal tratamiento contra la malaria, se ha generalizado en esta región tras detectarse por primera vez en 2005 en el oeste de Camboya, donde anteriormente también comenzó la resistencia a otros tratamientos que hoy han quedado en desuso.
La investigación, publicada en la revista «New England Journal of Medicine», analizó 1.241 pacientes de la cepa más peligrosa del parásito en 10 países de Asia y África, y detectó una resistencia «establecida» en el oeste y norte de Camboya, Tailandia, Vietnam y este de Birmania (Myanmar).
«Puede que aun sea posible prevenir la expansión de la resistencia del parásito de la malaria a la artemisina en Asia y hacia África pero la ventana de esta oportunidad se está cerrando rápido», dijo en un comunicado el director del trabajo, Nicholas White.
El estudio no detectó ningún tipo de resistencia en países africanos analizados como Kenia, Nigeria y la República Democrática del Congo, donde la desactivación del parásito tardaba 1,8 horas frente a las 7 en pacientes de la frontera entre Tailandia y Camboya.
En los países africanos, en 72 horas el tratamiento había eliminado el parásito en la sangre de todos los pacientes mientras que en el este de Tailandia, el 68 % todavía estaba infectado.
«Si la resistencia se expande de Asia a África gran parte del progreso realizado en la reducción de la mortalidad por la malaria se revertirá», dijo Jeremy Farrar, director de Wellcome Trust, organización que financia la investigación.
«La resistencia antimicrobiana está ocurriendo ahora. Esto no es una amenaza para el futuro. Es una realidad de hoy», añadió Farrar.
La mitad de la población mundial está expuesta a una infección por malaria, cuya mortalidad se ha reducido de los 3,3 millones de personas en 2000 a unas 600.000 en la actualidad, la mayoría de ellos menores de 5 años en países africanos.
Los medicamentos basados en la artemisina son de momento los únicos disponibles para tratar la malaria.
«Los medicamentos de artemisina son posiblemente los mejores contra la malaria que jamás hayamos tenido. Necesitamos conservarlos en las zonas donde todavía trabajan bien», indicó Elisabeth Ashley, investigadora de la unidad conjunta de las universidades de Oxford y Mahidol de Tailandia.
El consumo de medicamentos falsificados y adulterados, sin fármacos complementarios ni supervisión médica, y una peculiar estructura genética del parásito en el oeste de Camboya son las causas principales del desarrollo de esta resistencia a los medicamentos.
Desde 1950, en esta zona el parásito de la malaria desarrolló la resistencia a la cloroquina y a su sustituto, la sulfodoxina pirimetamina (SP), cuya expansión a África causó un aumento de la mortalidad por esa enfermedad