Hoy es el Día de las Madres, día dedicado a ese ser al que debemos consagrarle, no el día de hoy, sino todos los días del año. Se ha dicho que solo quien ama puede volar, pero ¿quién ama más que una madre?, nadie vuela más alto, ella es como el pájaro más leve y fugitivo. Con una inmensa y permanente vocación de amar, con total abnegación sin intención de glorias, ella solo quiere que su criaturita nunca tenga ni sed, ni llantos, ni dolores. Ese crío que anidó por meses en su regazo, ese nacer que es un nacimiento en cada amanecer para ella darle ternura toda la vida, hasta la muerte. Ellas tienen ojos en los dedos, sus caricias y mimos son cual llamas que arden como la misma llamarada pero con un ardimiento muy amoroso. Tú, madre, eres en ti misma miles de soles. Hoy le escribo a la muy recordada madre mía, Doña Vaganiona, ya transfigurada en arcángel celestial: sé que ya estás viajando por esos espacios siderales, por esas ignotas regiones donde solo van los justos en el fondo de la vida, hoy te brindo a ti mi madre, con gran amor “un silencio”, que naufrague en el silencio mismo.
Por igual quiero felicitar a doña Ingrid, mi compañera, la madre de mis tres herederos, quien hizo un paréntesis en su carrera profesional para consagrarse en cuerpo y alma a mis tres bondades bellas e inteligentes. Ellos consideran a su madre tal como yo a la mía, de su dedicación doy fe. Hoy quiero enviarle un abrazo extendido a todas las madres del universo y en especial a las de nuestro terruño, también a las abuelas y las tías que crían con igual desvelo y amor. Pero de manera especial, al referirme a esta nueva madre, quiero dedicar este “conversatorio” a mis hijas: Carolina, Melisa, Sabrina y por igual a mis sobrinas. Esa nueva “mamá maravilla”, es madre y coach de sus hijos, “gerente” de su hogar, profesional exitosa y con un trabajo que le da satisfacciones. Además, ella encuentra el tiempo para hacer yoga o trotar, visitar a su madre, tomar café con sus amigas, ir al cine con su pareja y tomarse unas merecidas vacaciones, esa madre no quiere hoy que le regalen ni licuadora ni tostadora, ella quiere ropa y accesorios para lucir regia y una amplia gama de otros productos y servicios. Esa mamá maravilla deja atrás los viejos estereotipos de aquella madre con un delantal todo el día. En otro renglón, veamos a madres menos afortunadas: conocemos que la República Dominicana, tiene el mayor porcentaje de matrimonios entre menores de la América Latina y el Caribe. Según el estudio “Estado Mundial de la Infancia 2016” del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), más de 305,000 niñas, es decir, un 11.7 % están casadas o unidas: y más de 790,000, es decir, un 37.1% se unieron o se casaron antes de los 18 años de edad. Esta peligrosa maternidad temprana o esa unión a destiempo generan muchos fracasos por no poder continuar con su educación y su desarrollo. Muy pocas de ellas serán “mamá maravilla”. Las separaciones y las frustraciones de esas pobres muchachas son frecuentes, y cuando logran la posibilidad de entrar al mercado laboral remunerado irónicamente logran los trabajos menos calificados.
Sabemos que la mujer realiza las tareas más intensivas y menos reconocidas socialmente. Así, una de cada tres mujeres tiene un severo déficit de tiempo. Las madres trabajadoras son las más perjudicadas, pues tienen que sacrificar el tiempo de su descanso y desarrollo personal. Además, estas mamás trabajan necesitan una red de otras mujeres que las apoyen en las tareas del hogar y la familia, lo que algunos llaman la economía del cuidado o la “economía del amor”. A esa “mamá maravilla” su éxito le cuesta muy caro, la gran mayoría de ellas viven en una tensión constante entre la familia y el trabajo y cargan con la mayor parte de las labores el hogar. Vive más años que su pareja pero no viven mejor, pues padecen de una –enfermedad- crónica: “el escaso tiempo para ellas”. Creo que el mejor regalo que le podemos hacer a todas las madres dominicanas es el de contribuir a construir una sociedad más justa, donde todas las madres por igual tengan la oportunidad de crecer. Que les sea posible tener una familia plena y una carrera exitosa. Así que, hoy les exhorto a los esposos, concubinos y a todos los hijos: vamos a darle hoy aparte de un beso y flores, la formal promesa de que todos nosotros seamos menos machistas y ayudar más (familia, hogar y cotidianidad), para que ellas logren un mayor descanso, regalo que ellas bien se lo merecen. ¡Felicidades madres!