La maña y la conducta auténtica

La maña y la conducta auténtica

JOSÉ BATISTA
Al iniciar este diálogo es bueno señalar que: la conducta es fruto de la verdad que se cree; por lo tanto, enfocarse en la conducta cuando se requiere un cambio carece de sentido. Por otro lado,  cuando esa verdad se comparte es difícil determinar qué es lo correcto, si la práctica o la abstinencia. Esto es así, porque: el mal no se revela sólo al practicarlo, sino cuando no se practica el bien que se debe. Por eso, cuando se trata de política, el bueno no participa, pero apoya al malo, en quien «delega» el poder de hacer el mal.

Por lo tanto, «quien esté sin pecado, arroje primero la piedra».

El punto clave es entender las premisas que guían el comportamiento, puesto que después de la comprensión podremos aún estimar a la persona, y no negarle la capacidad que tiene como ser humano de aprender del fracaso y de la falta de contacto con la realidad.

Y ese es, precisamente, el problema del liderato: ha perdido contacto con la realidad, puesto que la premisa con que se actúa en el quehacer político está regulada por la maña;  entendiendo que aunque hay líderes auténticos, el marco de referencia del liderato en Hispanoamérica ha sido la maña. La maña es la desviación de una conducta auténtica. Quien se vale de ella tiene varias intenciones al hacerlo:

a. Puede ser que quien la practique se sienta bien, insensible al efecto de su conducta; por tanto, la insensibilidad es el factor que guía la conducta; la satisfacción es solo el esfuerzo que acomoda a la persona a repetirla. En esta dimensión la maña es una falta de crecimiento interior.

b. La maña puede ser un truco o engaño, en cuyo caso el mañoso considera que las otras personas son tontas o merecen el engaño. En este caso, la persona tiene un concepto muy personal de la moral y una pobre estima del ser humano en general.

c. La maña puede ser una conducta sustituta. En este caso, quien la practica tiene apreciación por el ser humano, tiene plena conciencia de sus actos, y, sin embargo, actúa sobre las siguientes premisas: a) que la persona que es objeto de su trato no está preparada para uno diferente, b) que es necesario hacerlo porque el ambiente lo apoya, c) es parte del juego que está definido por el patrón histórico, d) cambiar esa conducta representaría pagar un precio muy alto, e) que la manera de pensar de la gente valida, inconscientemente, su actuación, f) que las estructuras de regulación y servicio social están basadas en esta desviación de la conducta, y g) que lo escuchamos, lo conocemos, pero existe una parálisis moral para cambiar el curso, y por lo tanto es mejor aprovecharse de esa circunstancia antes que arriesgarse a idear algo nuevo.

La maña viene, pues, a regular un sistema de valores, y se entroniza en el quehacer del hombre, quien a su vez diseña estrategias: a) de sobrevivencia; b) de toma de poder; c) de dominio; d) de interacción para alcanzar el éxito, etc.

La maña viene a ser un juego estratégico para lograr y manipular. Sería un ejercicio de buen juicio hacer un alto de reflexión y evaluar las premisas con que se juega a la política y su relación con la maña.

La maña, como parte de un quehacer político, toma como punto de partida alcanzar y mantener el poder, aunque esto, en término general, pueda definirse como el «arte de gobernar».

La intención real de gobernar no es el bienestar del pueblo, si no la satisfacción del ego de una persona y el bienestar un grupo.

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