La mano siniestra (izquierda) de Leonel

La mano siniestra (izquierda) de Leonel

RAFAEL ACEVEDO
De un presidente moderno, que se inscribe en el marco de lo profesional-intelectual, y que promociona ese tipo de perfil, parecería lógico esperar que tratara de ejercer un liderazgo del tipo que Weber llama «racional», en base a objetivos de gestión que sean acordes con las necesidades y expectativas de los ciudadanos y que, en esa perspectiva, se tratase de una ejecutoria claramente predecible, es decir, que su «lógica» sea fácil de captar para los ciudadanos comunes.  Y lo es, en una considerable medida. Porque mantiene una política de crecimiento macro económico y de estabilidad monetaria, que da confianza a los grandes actores del mercado. Asimismo, mantiene ciertos niveles de respeto a los demás poderes del Estado, a la prensa y a otros sectores tradicionales de poder e influencia. Al punto que es difícil a veces decir que no actúa como un verdadero estadista.

Porque, por lo demás, tiene nociones, estilo e iniciativas, que se enmarcan dentro de lo que se espera de un mandatario que ejerce para el bienestar general.

Pero ocurre que el Presidente tiene una mano izquierda, quizás siniestra, de accionar obscuro; no necesariamente en sentido de deshonesto, pero más bien, en cuanto a que, por lo menos, es laborioso configurarse qué es lo que se trae en esa mano.

Pareciera, con frecuencia, irracional pues, por ejemplo, uno no logra entender por qué promulga una ley de concursos públicos o de acceso a la libre información, y al día siguiente se burla de éstas olímpicamente, como quien come un helado para este calor sin agua del verano.

Lo ve usted haciendo discursos de ahorro, saneamiento y modernización, y en otro lugar, incurriendo en gastos escandalosos, sin concurso ni controles ni rendición de cuentas. Puede presentarse en un seminario dando lecciones de democracia y luego aparece usando los recursos del Estado hasta para comprar rivales políticos.

Hay cosas que habría que entenderlas en una perspectiva de largo plazo. Por ejemplo, la trama que subyace el manejo de las comunicaciones monta a tal punto que se tiene en una nómina de comunicadores «al equipo más formidable de la historia», según palabras de un alto funcionario, al referirse a una multitud de la especie que celebraba en Palacio el Día del Periodista, y que no cupo en el ampuloso Salón de las Cariátides. Aparte de las docenas de programeros de alto soborno, de prensa, radio y televisión.

Un análisis especial deberá hacerse al uso de recursos públicos para concesiones irritantes a transportistas, así como a otros actores de menor beligerancia; y de canonjías y concesiones a militares y sectores de «poder in fieri», eventual, no actual.

Los marxistas aprendieron bien las lecciones sobre la llamada «acumulación originaria» y su importancia, tanto para la conquista del poder como para mantenerlo. Y cualquiera, incluido probablemente el padre José Luis Alemán, diría que el presidente Fernández y sus cercanos colaboradores, que según analistas pasan de 200, se han dedicado de tal modo a ese propósito, que han acumulado recursos no solo para la lucha política, sino que han llegado a convertirse en una especie de «nueva clase» (también, porque no necesariamente conviven o son asimilados en los grupos con mayor arraigo elitista).

Podríamos pensar que esa acumulación de poder está a punto de llegar a su punto de giro y que ya un día de éstos los pobres comenzarán a recibir el fruto de la «liberación revolucionaria» del gobierno del PLD. Sería maravilloso. Pero ¿y si sólo ocurre que, como pasó con los soviéticos, la revolución no puede avanzar debido a los amarres del FMI, y a los compromisos con el capitalismo internacional; y ocurre tan solo que la nueva clase se enriquece para que por lo menos la injusticia social del capitalismo no los alcance? Después de todo, como vanguardia de la lucha de la liberación anti-imperialistas que son, seguramente, y según su propio parecer, pensarán que se merecen una vida decente.

Deseemos confiar en la buena Providencia y en los grandes talentos del Presidente, para que esas estrategias tan inteligentes no sean para mera búsqueda de poder e impunidad. Y que todo resulte en bien común.

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