La mañosa: Bosch y Trujillo

La mañosa: Bosch y Trujillo

SALVADOR BRETÓN HOLGUÍN
El estilo carnavalesco de hacer vida política, esa necia campaña electoral a tiempo completo que succiona cuantiosos recursos económicos sin ningún tipo de limitaciones, esa anarquía que hace pendular las tomas de decisiones más imprescindibles; vitales para las grandes mayorías nacionales, esa letal desprotección social que agudiza la pobreza es producto de: La ausencia de un nuevo y auténtico liderazgo transformador, coherente, democrático y transparente que incorpore en su accionar político una visión de conjunto del proyecto de nación que necesitamos los dominicanos.

Este escenario que hoy vive la sociedad dominicana tiene sus raíces en nuestro pasado histórico. Esbozaremos éste a partir de una obra literaria que a manera de ensayos recoge: «Quince Estudios de la Novelística Dominicana». Es un compendio que contiene diversos ensayos críticos, en su mayor parte inéditos; publicados en la colección cultural del Banco Central, de la autoría de Giovanni Di Pietro. Este realiza un amplio análisis de la novela dominicana escrita en la Era de Trujillo. Por diferentes motivos los autores que se escogieron para este estudio no han tenido una difusión masiva en el país.

Di Pietro destaca los aportes de estos novelistas; así como los aspectos idiosincrásicos, costumbristas y de estilos; con juicios de valores de marcado interés para la novelística dominicana. Para fines didácticos clasifica a ésta en: Trujillista y no trujillista. Hay que destacar que todas las novelas escogidas fueron escritas y publicadas en el seno de la Era de Trujillo.

Por ejemplo, en su análisis de Caonex, novela emblemática de Sanz-Lajara, precisa la esencia trujillista de ésta, en cuya «trama», dentro de la trama misma del texto enfatiza la preeminencia de los sectores de la oligarquía sobre el campesinado, la presencia oculta del mismo Trujillo, o de su odioso régimen Benefactor.

En la obra de Rafael Damirón, el transfondo del análisis tiende a reflejar su apego a una corriente política muy particular, como es la trujillista. Existe la creencia de que el trujillismo no es una ideología, o doctrina, sino un régimen que incorpora a su haber la supuesta fundación de una tercera república sobre la base de una restauración impersonal, realizada: «Sin la apoteosis del clarín, del fuego y la espada». En éste contexto es que sitúa Di Pietro la obra de Damirón; objetando su posición moral como escritor a favor de las continuas satrapías: Lilís – Trujillo. Debo de apuntar que «Del Cesarismo» fue la primera novela de éste autor, publicando posteriormente: «La Cacica», «Revolución», «¡Ay de los Vencidos!» y «¡Hello Jimmy!».

Trabajó Di Pietro también la obra de Tulio M. Cestero, donde encontramos el tema de la pasión revolucionaria en sus novelas, tales como: «Ciudad Romántica», «Sangre Solar» y «La Sangre». Además de la obra de Hain H. López-Penha, «Senda de Revelaciones y Renacimiento», hace merecidos comentarios a la producción de Julio González Herrera: «Trementina, Clerén y Bongó». Esta, aunque se escribió en la Era del Jefe, no fue una obra de justificación y alabanza al régimen, la cual ocasiona la prisión del autor. En las demás obras de este autor se aprecia un ambiguo mensaje político; tales como en: «La Gloria Llamó Dos Voces» y el «Mensaje de las Abejas»; apreciándose una clara identificación con la dictadura.

En Over, de Ramón Marrero Aristy, se refleja un comprometido indicio de antitrujillismo; en Ramón Lacay-Polanco, autor abiertamente apologista del trujillismo, se aprecia su angustia existencial, la soberbia en sus novelas: «La Mujer de Agua», «En su Niebla», «No todo está perdido» y «El extraño caso de Carmelia Torres».

Dice Di Pietro: «La Mañosa, novela costumbrista del Prof. Juan Bosch, es una obra diferente a las otras. Las otras no se ruborizaban en sus ridículas alabanzas a Trujillo, y sus vergonzosas falsificaciones de la historia». Añade: «Es el contenido lo que hace o no de ella una novela trujillista en el sentido de ser una novela puramente propagandística». Al instrumentalizar la cultura, el régimen de Trujillo se ocupó de reducir toda la propaganda. «Las novelas propagandísticas como las de Sanz-Lajara y Rafael Damirón, podemos decir que empiezan donde termina la de Bosch».

Al margen de que estas novelas fuesen o no trujillistas por su contenido, o por que se escribieran en la Era del Jefe; sean éstas propagandísticas o no; nos dejan a pesar de las distintas tramas y el tiempo, un hilo conductor que persiste como un denominador común; atando la ausencia de un liderazgo con la anarquía, la politiquería, el clientelismo político con un caudillismo atípico. Vale decir, que existe una relación de causa-efecto en esta dinámica que se reproduce -como una rémora- en la práctica política de hoy en nuestra sociedad. Esto se evidencia por la incapacidad de los partidos políticos de ser legítimos intermediarios entre la sociedad y el Estado.

Finalmente, aprendí en estos días que la ocupación principal de los políticos es matar a la gente. La matan de diferentes formas, maneras y estilos. Decía el Prof. Juan Bosch: «En la vida de algunos seres humanos se dan hechos que parecen fortuitos y no lo son, porque es al cabo de algún tiempo cuando los protagonistas de esos acontecimientos advierten que no fueron casuales».

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