La Mansión recupera
su brillo presidencial

La Mansión recupera<BR> su brillo presidencial

Dos parejas presidenciales y una boda principesca dan historia a este hotel en las montañas de San José de las Matas que ha sido remozado nuevamente

Los presidentes Horacio Vásquez y Rafael Trujillo la hicieron su morada y tan felices y saludables se mostraban habitándola que la emplearon por temporadas como casa de gobierno donde despachaban asuntos de Estado alejados de los trajines y bullicio citadinos.

Flor de Oro, una de las hijas del Generalísimo, llevó a aquellas montañas acogedoras a colaboradores del régimen,  amigos, parientes, allegados para celebrar la que en 1952 constituyó “La boda del año” con el afamado casanova Porfirio Rubirosa.

Embajadores acreditados en la República se alegraron de presentar allí sus cartas credenciales fascinados por la belleza, el verdor, la frescura de aquel entorno que semejaba un paraíso con sus plantas y flores y el sonido incansable de ciguas palmeras y carpinteros que comparten el precioso ambiente con tórtolas, cotorras, palomas, iguanas y otras especies.

Artistas  y escritores extranjeros llegaron desde lejanas tierras para refugiarse en ese espléndido edén propicio a la creatividad y el descanso.

Desde 1927, cuando la construyó Horacio Vásquez que junto a su esposa Trina buscaba la salud en aquella esplendorosa elevación bordeada de pinos, saltos, balnearios, cerros y picos, se le llamó “La Mansión” y a ella acudieron no sólo simpatizantes del mandatario y miembros de su gabinete que se acercaban a recibir órdenes oficiales, sino empresarios privados  y destacadas familias del país.

Al ajusticiar al tirano Trujillo, Joaquín Balaguer puso a disposición del pueblo aquella singular estancia y la convirtió en hotel en que se albergaban amantes de esas cierras y colinas, del silencio, la paz. Tal era el encanto de criollos y foráneos que fue necesario edificar en sus alrededores 100 cabañas para satisfacer la demanda de los amantes de ese turismo diferente.

Pero “La Mansión” se cerró en 1996 y después de ser sede del “Batallón de Comando” de las Fuerzas Armadas, se convirtió prácticamente en ruina.

Rescate.  Los habitantes de San José de las Matas, donde está ubicada la que en otros tiempos fue esplendoroso palacete, vivían nostálgicos y hasta sufrían al ver el abandono del histórico lugar que dio vida al municipio. Pero cuando la Corporación de Hoteles anunció concurso para restaurar “La Mansión”, Luciano Miguel Rodríguez, Eladio Torres y Juan de Jesús Estévez, que ganaron la licitación, le devolvieron la magia original y ya concluyeron agotadores trabajos de remozamiento que se iniciaron en 2007.

“La Mansión” está lista para recibir de nuevo a huéspedes que añoraban volver a deleitarse descansando entre corales y pinos, bambúes, catalanas, dominando desde arriba la región con esa bella vista que se observa desde una altura de 560 metros sobre el nivel del mar.

Juan Carlos Jáquez, representante de los dueños, muestra con evidente entusiasmo el complejo que ahora agrega modernidad a lo antiguo y vernáculo. El hotel tiene 20 habitaciones, restaurante, piscinas, salones multiusos, cabañas de dos habitaciones, caballos, senderos ecológicos en un estilo, dice, “conservador y modernista” a la vez.

El mobiliario es nuevo, elaborado con la exquisita madera del entorno. Las confortables habitaciones fueron bautizadas con nombres de sitios que rodean “La Mansión”: Los Montones, Inoa, Guajaca, Jicomé, Las Placetas, Diferencia, Rincón Piedra, Mata Grande, Carrizal, Corozo, Celestina, El Rubio, Las Manaclas…

Cuenta con jacuzzi, escaleras en mármol, pasamanos de caoba y, para el invierno, que “es duro” en Las Matas, hay dos cálidas chimeneas en el vestíbulo.

Roble, caoba, cedro, “Cacia Manguí” fueron las maderas escogidas para el mobiliario de tan originales ambientes en los que se instalaron tiendas, salones de belleza, sala de Internet. Los aposentos tienen aire acondicionado, televisión, teléfono y las paredes de todos sus pisos y áreas están adornadas con fotos de primorosos paisajes del pueblo, obra de Pascual Núñez.  Tiene rampas para discapacitados.

El “Rubirosa Bar”, llamado así porque está en el salón donde Flor y Porfirio unieron sus vidas, es tanto como expendio de licores y espacio para música y baile, galería de recuerdos en la que se exhiben fotos de Trujillo, Horacio Vásquez y su esposa Trina y documentos de ambos caudillos expedidos en “La Mansión”.

Frente a la Cordillera Central, el Pico Duarte, La Pelona, dispuesta a ofrecer el dominio de la ciudad desde cualesquiera de sus pasillos, quioscos, salas de estar, pequeños puentes, balcones, abierta al recreo de la mirada en el grato verdor de sus almendros, cajuiles, higos, samanes, mangos, limoncillos y el variado color de sus flores, “La Mansión” se entrega de nuevo abundante, generosa, más refulgente que en sus épocas de mayor brillo.

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