Los esfuerzos del Estado dominicano por reducir la exclusión del empleo y de la educación que afecta a una parte de la población juvenil alejada de rutas expeditas para convertirse en ente productivo, está dando pocos frutos y aunque existen programas dirigidos a integrar a un mejor destino a la franja demográfica marginada de aulas y puestos de trabajo, importa mucho para el presente y el decenio completo la acumulación de una gran deuda social de formación ciudadana.
En este mismo año de enfáticas promesas de progreso en materia de educación para inspirar confianza en las autoridades se escuchó un diagnóstico negativo a propósito de la celebración del Día de la Juventud 2022, emitido desde la orden Salesiana estrechamente vinculada con éxito a la escolarización de la niñez y la adultez joven.
Al efecto, un sacerdote, portavoz de la congregación, aseveró que: “existe una incongruencia entre las competencias que presentan los jóvenes frente a las competencias requeridas por el mercado, lo que afecta la inserción laboral, que es propiamente alimentada( ) por la incapacidad de los sistemas educativos y de capacitación laboral para generar una oferta de servicios de buena calidad y adecuada a los requerimiento de los empleadores”. Describía una realidad actual.
Reducir significativamente la barrera que se interpone entre jóvenes de la ancha franja de pobreza y de clase media baja y las actividades productivas requeriría un esfuerzo mayor al representado por programas oficiales en marcha que en el curso de un año solo financiaron 190 iniciativas, una minúscula proporción de los emprendedores que masivamente esperan un impulso inicial para desarrollar negocios de escala modesta en captación de ingresos.
Puede leer: Ministerio de la Juventud apoya inclusión social comunidad sorda del país
Lo poco promisorio de la toma de conciencia por el Estado de que debe poner mayor atención a los riesgos sociales que resultan de mantener en la ociosidad y ante un futuro incierto a numerosos jóvenes hace oportuna la opinión de la investigadora social de la universidad Intec Ángela Liriano, para quien existen tres factores importantes que inciden en el desempleo juvenil en la República Dominicana que son «educación de baja calidad o inadecuada, la exclusión social y (la carencia) de experiencia laboral».
Queda dramáticamente expuesta la urgencia de superar las incongruencias que cierran puertas a los empleos poniendo más atención al binomio calidad educativa-inserción laboral. Los expertos estiman que el Estado debe invertir más en la cualificación de los docentes con mayor exigencia a la hora de contratarlos y efectuar continuas evaluaciones mediante un proceso sistemático de recolectar, analizar y utilizar información sobre los objetivos asignados a programas.
Progresión geométrica
A pesar del rápido crecimiento del PBI con tasas de 7% en el 2015, y de los esfuerzos del Gobierno por impulsar el empleo y reducir la pobreza, más del 21% de los jóvenes dominicanos estaban entonces fuera del sistema educativo y de la vida laboral, ligeramente mayor al promedio regional.
Pero a esta fecha, y según una encuesta del Banco Central, hay 685,615 de ellos que no estudian ni trabajan tras haberse agravado el índice en más de 44% por la pandemia del covid-19, planteándose la posibilidad de que la cifra oficial sea producto de un subregistro.
En contraste, y desde el año 2016, el número de los ninis en América Latina ha estado descendiendo gracias a lo que especialistas hemisféricos atribuyen a mayores oportunidades educativas y laborales mientras en República Dominicana, tres de cada cinco jóvenes colocados socialmente en el limbo son mujeres, una tendencia continental también presente en este medio.
Le puede interesar: Juventud y Supérate realizan celebración Semana de la Juventud 2022
Como el desempleo castiga tres veces más a los jóvenes que a los adultos, la recuperación de puestos de trabajo al final del año pasado fue particularmente poco fructífera para ellos porque lo que hizo fue acrecentar la presencia de la mano de obra en el sector informal al que se pasaba multitudinariamente, pues en el 2021 comparado con el año anterior el registro de los mal pagados (jóvenes y adultos) y exceptuados de la seguridad social y de protecciones legales creció un 7.8%. Degradación de condiciones para la subsistencia en el segmento de la colectividad de mayor marginación.
La declinación imparable de oportunidades para la juventud fue explicada con preocupación en un foro de este mismo año como el resultado de la escasez de empleos, la baja calidad de la educación y la tendencia del sector empleador a no tomar en cuenta a candidatos sin experiencia para colocarlos en nómina, una exclusión agravada por bajos niveles de productividad, crisis económicas y financieras que a raíz de la pandemia y la guerra en Ucrania provocan cierres de empresas y disparan las tasas de paro.