La Marcha Verde no desestabiliza

La Marcha Verde no desestabiliza

Si la Marcha Verde desestabiliza o no, ha generado un avispero en los últimos días. Es el cuco que utiliza el Gobierno para amedrentar a la gente, repica una campana. Es la fuerza indetenible que cambiará el curso de la política dominicana, repica otra.
¿Qué es desestabilizar un sistema político? Veamos las principales situaciones.
Desestabilizar un sistema político puede devenir de una insurrección armada en ascenso en contra de un Gobierno (una guerra civil o revolución). Eso no hará la Marcha Verde.
Desestabilizar puede devenir de grandes protestas sociales que culminan en un golpe de Estado, ya sea porque los sectores de poder se aterran y los militares copan, o porque surge un militar mesiánico que promete atender el pueblo. Eso no hará la Marcha Verde.
Desestabilizar puede ser el resultado de protestas que afectan severamente las actividades económicas de un país mediante interrupciones en la producción y distribución de bienes. Eso no hará la Marcha Verde.
Desestabilizar puede significar que las protestas son tan inmensas, intensas e integradoras de distintos segmentos sociales que acorralan prácticamente al Gobierno y colapsa. Eso no hará la Marcha Verde, por lo menos en su versión actual.
Que la Marcha Verde no desestabilice no quiere decir, sin embargo, que el PLD esté cómodo con la Marcha. ¡No! Le molesta, le hace ruido.
El PLD ha gobernado por muchos años casi sin oposición. Sentir ahora una cierta presión le incomoda. Sentirse enjuiciado rompe su mito de que el país se divide entre corruptos y peledeístas. Ahora está requeté confirmado que la corrupción también está entre los peledeístas.
Los gobiernos siempre desean la mayor holgura (léase, la menor protesta), y por eso, reaccionan muchas veces de manera desmedida ante el cuestionamiento. Decir, por ejemplo, que la Marcha desestabiliza es una reacción desmedida.
La Marcha Verde cuestiona, señala, devela, y hasta acusa. Es un ejercicio discursivo, y por otro, una acción colectiva (las marchas, piquetes, asambleas, etc.).
La Marcha eleva el tema de la corrupción y la impunidad al debate nacional. La ciudadanía siempre ha sabido que hay mucha corrupción; eso está documentado en todas las encuestas de cultura política que se han realizado en este país en los últimos 20 años. Pero el tema no era central en el debate político. Odebrecht (el escándalo que vino de fuera), y luego la Marcha Verde, lo llevaron a ser conversación cotidiana, indignación constante.
Si la Marcha Verde agudiza el desencanto de la ciudadanía con el gobierno del PLD, eso no es desestabilización, es cambio de sintonía política.
Si la Marcha Verde produce un cambio en las preferencias electorales en el 2020, eso no es desestabilización; se llama realineamiento electoral.
Si la Marcha Verde ofrece a muchos jóvenes la oportunidad de participar en un movimiento social, eso no es desestabilización, es educación política en vivo.
Si la Marcha Verde logra que se reduzca la corrupción y la impunidad sería una inmensa conquista del pueblo dominicano.
Si la Marcha denuncia y camina, nadie tiene que alarmarse ni molestarse. La protesta es un canal de expresión de descontento y una forma de buscar reivindicaciones legítimas. No desestabiliza, reivindica.
Ahora bien, para obtener resultados concretos en su lucha en contra de la corrupción y la impunidad, la Marcha Verde tendrá que enfilar muy bien sus cañones y aumentar su capacidad de presión, porque, el Estado siempre desarrolla anticuerpos frente a las protestas. Y en el caso dominicano, el Estado ha mostrado históricamente una inmensa capacidad de resistir las protestas.

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