La Marcha Verde

La Marcha Verde

El próximo domingo 16, los organizadores de la Marcha Verde, culminan seis meses de duro batallar por todas las regiones del país para despertar a la ciudadanía de la pasividad de aceptar la corrupción como la costumbre de la sociedad. Se ha despertado en la conciencia mayoritaria de la población un repudio manifiesto a la acostumbrada impunidad y corrupción de los políticos.
El éxito alcanzado, por cada una de las manifestaciones llevadas a cabo, ha impulsado a los organizadores a profundizar en sus aspiraciones. Hasta un grupo se llevó del entusiasmo y acabó pidiendo la renuncia del presidente Medina. Esto trajo una ola de protestas de los opinantes habituales en los medios, muchos considerados como destacadas bocinas del gobierno. Encubiertas o no. Y para los estrategas de la Marcha Verde que la rechazaron ya que eso fue muy precipitado a sus planes de la puerta trasera.
Todas las marchas han demostrado un sentimiento genuino de repudio a la corrupción. Había una necesidad de que tal cosa se manifestara abiertamente por la ciudadanía indignada. Esta se encontraba apabullada por la prepotencia y exhibicionismo de los peledeistas en el disfrute del poder. El PLD ha sabido servirse con la cuchara grande para un enriquecimiento que todo el mundo conoce.
Sin embargo los estrategas y cerebros organizadores de la actividad de la marcha verde no deben creerse que ya tienen a la ciudadanía rendida a sus pies. Podría imaginarse que sería bueno avanzar a otra etapa mas profunda de sus objetivos finales. Y esos objetivos estaría impulsados a arrebatarle al PLD el poder mediante una concientización profunda de un conglomerado humano considerado veleidoso en sus pasiones políticas.
El fenómeno del apoyo militante a los organizadores de la marcha verde, en especial de los sectores de clase media y de mas arriba resulta curioso e interesante. Conlleva la pasión y sentimientos de gentes que no se han sentido representados por la burocracia morada. Esta, sin nombres de abolengo, en 1996 al 2000 mostró alta eficiencia, orden y disciplina en un ejercicio ejemplar que asombró a la ciudadanía. La opinión pública se maravilló de la calidad y rapidez de como se mejoraron los servicios públicos. Dejó de ser una tortura renovar las licencias de conducir y los pasaportes se renovaban con rapidez y seriedad. Hasta la gente acudía tranquila a pagar sus impuestos a la DGII.
En esos primeros cuatro años los peledeistas le dieron una lección al país de como gente sin nombres sonoros, pobres, pero con capacidad, inteligencia y disciplina se convirtieron en excelentes burócratas para darle brillo a una administración novata. Esa vez no estuvo contaminada en grado extremo por la corrupción oficial la cual se manifestó de manera abierta y descarada a partir del 2004 cuando el PLD retornó al poder.
El escalamiento de los niveles de corrupción se hizo incontrolable cuando las acciones fueron mas allá de la frontera con los complacientes autoridades y contratistas brasileños que vinieron con dinero que repartieron a manos llenas a cambio de que sus empresas ejecutaran las obras que se construirían en los diversos países del continente y en especial en Dominicana.
Se reforzaron los métodos para aprovecharse del dinero público. No solo eran simples comisiones o propinas por algún servicio prestado. Ahora se aumentaban los niveles de las comisiones mientras la nómina estatal crecía y sus ingresos por igual para que el Estado fuera el dispensador de toda la economía. Aun cuando no pagaran a tiempo ser suplidor del Estado era una garantía de ganarse un buen dinero al tiempo que engrosaban el bolsillo de quienes eran sus contactos en las dependencias estatales.
Pero la gente se cansó de ver como la eficiencia estatal de 1996 fue desapareciendo con el aumento de los ingresos y la nómina y con ello la corrupción. Al ver el desastre de pretender reconstruir 51 hospitales al mismo tiempo que ha dislocado el sistema de salud, la indignación ciudadana solo necesitaba de un aglutinante que agrupara a los indignados en especial los sectores de clase media para hacerle ver a los gobernantes que ellos no podían considerarse los amos del país.
El aglutinante que necesitaban los dominicanos llegó a principios de año con la Marcha Verde que galvanizó todo el sentir nacional que ya estaba bueno de corrupción e impunidad descarada. El ambiente era propicio para que la gente se expresara públicamente. La Marcha Verde alcanzó su primer cometido de que en cada pueblo donde se han manifestado se ha contado con un respaldo masivo. Esto debería ser bien analizado por quienes nos gobiernan para que se den cuenta que con su arrogancia y prepotencia no pueden ignorar los males que aquejan su administración plagada de malversaciones. Y también de satisfacciones.

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