¡La mascarilla más cara!

¡La mascarilla más cara!

Maltrato a mujeres: “¡Es un uso prehistórico del abuso!”

“La famosa pandemia en que nos ha sumergido la vida está permitiendo a una banda de irresponsables a escudarse detrás de la mascarilla que, lejos de ser la máscara del zorro, se ha convertido en el escondrijo del más alto grado de irresponsabilidad que un ser humano pueda tener: ¡El abuso!”-así se expresa Herminio mientras conversa con Píndaro, ambos recostados en un murito de una casa localizada en un populoso barrio de la capital-.

Al verle la cara de preocupación, Píndaro trata de animarlo y le expresa: “Hace unos días vi los resultados de un cuidadoso estudio que llevó a cabo el Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas, PACAM, en el que valientemente han enfrentado esta situación y la han colocado en su justo contexto…

En lugar de sentarse a lamentarse por sus pacientes, han sido proactivos y agarraron el toro por los cuernos, desenmascarándolo hasta el tuétano y detectando la profundidad del ‘terror psicológico’ que muchos hombres vienen aplicando a sus compañeras de vida –¿o de muerte?”…

“De qué me estás hablando, Píndaro?” –le cuestiona Herminio-… “Es que esta institución –muy querida por nosotros dos-, escogió la vía profesional para a través de una muestra representativa investigar lo que ha estado escondiendo en algunos hogares esta pandemia… ¡No precisamente las caras detrás de las máscaras, sino el dolor psicológico y físico!… Se metieron virtualmente en San Francisco de Macorís, Santiago Rodríguez, Puerto Plata, Higüey, Santo Domingo, Santo Domingo Este, el Distrito Nacional…

¡Y hasta saltaron el charco!… Contactaron pacientes en Estados Unidos, Argentina y Perú!” –exclama Píndaro-.

“¿Y quiénes son esas mujeres que han tratado?” –cuestiona un más que interesado Herminio-… “Ahhhh… -le opina de inmediato Píndaro-… Una mayoría de ellas en la muestra escogida están entre los 24 y 41 años, que no es un “fly” al pitcher en esta época en que hay que ser batuta y constitución en las casas para cumplir con una educación virtual, y producir para cocinar y comer…

Y lo más interesante es que, entre las escogidas para este estudio, la mayoría tiene estudios universitarios –un grupo con maestría- o ha cumplido su bachillerato”… “¿Y qué hacen esas mujeres para que la vida las pueda tratar mal a través de sus parejas?” –cuestiona intrigado Herminio-… “La gran mayoría de ellas ha recibido un tablazo en su día a día, al verse desempleada –exclama Píndaro-, suspendidas con disfrute de un sueldito, suspendidas pero con la borona del programa Fase, suspendidas sin disfrute de sueldo, o con un negocio independiente que, cuando no es Juan es Juana no se les permite producir ni un peso… Eso, las pone en dependencia casi completa de su compañero…”.

Mirando al horizonte, Píndaro sigue comentándole a Herminio… “Lo peor es que más de la mitad de ellas gana por debajo de los once mil pesos mensuales y tiene que mantenerse y mantener a su familia”…. Ante el panorama planteado por su alter ego, Herminio murmura entre dientes: “¡Qué dura debe ser la violencia a que estas mujeres están sometidas en el día a día!”… De inmediato, Píndaro, que le ha estado escuchando mientras mira los carros públicos pasar delante de él, le comenta: “¡Todas ellas están presas de una guerra psicológica que les tienen abiertas sus parejas y, lo que es peor, la mayoría de ellas es víctima de una implacable violencia física, o sexual, o económica!”.

“¿Y cómo es que estos tipos le aplican a ellas la violencia psicológica que dices?” –cuestiona Herminio-… “Casi todas son humilladas permanentemente, o desvalorizadas por su compañero… Las avergüenzan ante el público y, lo que es peor, les acusan de ser infieles para justificar su abuso! –comenta un indignado Píndaro-… Para controlarlas, les prohíben o les dificultan tener contactos con sus amigas, o amigos y les prohíben o les dificulta tener contacto con sus familias, y más de la mitad son intimidadas… ¡A un grupo de ellas han intentado matarlas!”.


“Lo triste de todo esto es que, de acuerdo al valioso estudio llevado a cabo por el PACAM, un 72% de las mujeres maltratadas durante la pandemia en que estamos sumergidos NO denuncian su estado y casi la mitad se sumerge en una severa depresión para esconder su estado que, a su vez, las llena de ansiedad.. Gracias a esta institución, muchas de ellas han encontrado que en este tiempo de cuarentena, donde la violencia psicológica está presente, cuentan con una institución en la que pueden confiar y expresar sus ansiedades y angustias… -expresa Píndaro con rabia contenida-… ¡La máscara machista es un uso prehistórico del abuso!”.

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