La Maternidad y los pajaritos

La Maternidad y los pajaritos

Me enorgullece ser tío de Hencys Arias Rivera, comunicadora con excepcionales atributos espirituales y de los pocos seres humanos en esta isla que ha chocado accidentalmente a un pajarito y ha sido capaz de devolverse a recogerlo para llevarlo a un veterinario.

Hace unos días mi hija encontró un pajarito herido; lo recogió, lo curamos, lo abrigamos y a las pocas horas, comía y bebía con energía. Sorpresivamente, sin quejarse, sin aleteos o movimientos exagerados, murió, como dice el adagio,  “como un pajarito”.

La maternidad Nuestra Señora de La Altagracia recibe pacientes de todo el país que sobrepasan su capacidad de camas, espacio físico y recursos disponibles, hecho denunciado muchísimas veces y recientemente admitido por su director, sin que ningún secretario de Salud haya querido asumir la responsabilidad de obligar al cumplimiento de la regionalización para que las áreas de salud atiendan a sus propios pacientes y no desborden la capacidad de la maternidad, obligando a la repetición de la aberrante práctica de colocar dos y tres pacientes por cama, disminuyendo la calidad de la atención, elevando la mortalidad materna y dando la percepción pública de que allí “los niños están muriendo como pajaritos” colocados en un área inadecuada, esperando la inauguración de una nueva unidad de perinatología.

El nuevo ministro de Salud Pública debe entender que  un acto político inaugural no es prioridad frente a la necesidad de un área de servicio. Ojalá que sea más médico que político y aunque su  espiritualidad no llegue tan lejos como la de mi sobrina Hencys, por lo menos entienda que a los seres humanos no se les debe dejar morir como pajaritos.        

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