La mediación de Núñez Collado ante un escenario político dominado por el PLD

La mediación de Núñez Collado ante un escenario político dominado por el PLD

Una vez más monseñor Agripino Núñez Collado está presto a mediar en la elaboración de la Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas.

Lo cierto y verdadero es que la vocación de árbitro y amable componedor del exrector de la Universidad Católica Madre y Maestra no conoce de fatigas ante la tradicional falsía de los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

El gobierno del PLD––pienso que monseñor Agripino Núñez Collado no lo ignora––ha ido construyéndose un modelo de Estado clientelista que le permite reciclarse en el poder mediante la utilización más grosera y delictiva de los fondos del erario público.

Todos, todos los recursos del Estado y los que han hurtado no pocos de sus líderes más conspicuos, son puestos al servicio de la construcción de una suerte de dictadura que se ejerce burlando todo el orden legal de la nación y eliminando toda posibilidad de gobernanza equilibrada y compensatoria.

Poderes como el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial responden, de manera automática y sin reflexión alguna frente a los planteamientos de la oposición o de determinados sectores democráticos de la sociedad, al interés de los gobiernos del PLD.

Las llamadas altas cortes y otras instituciones integradas mayormente por adeptos al gobierno, exhiben una permanente parcialidad sin reparos frente al respeto que merecen la Constitución y las leyes.

Violencia contra los derechos humanos, asaltos descarados a los recursos del Estado, robos de las elecciones, son santificados con sentencias y decisiones escandalosas. Con solo citar la desnacionalización de dominicanos hijos de padres extranjeros, los “no ha lugar” propiciadores de impunidad y el pasado proceso electoral, basta para desvelar la capacidad de ilegitimidad de los gobiernos del PLD.

Las tretas del PLD. Pienso que un hombre inteligente y bien informado como Monseñor Agripino Núñez Collado conoce las tretas que oculta el llamado del PLD para que conduzca pactos y acuerdos, para luego hacer caso omiso de ellos o interpretarlos a su conveniencia.

Frente a esa rutinaria conducta los pactos y acuerdos solo se pueden lograr hoy día como se hizo para la obtención del 4% para la educación: con una explicación clara frente a todos los sectores de la Nación de los objetivos que se persiguen, con la conformación de un frente de partidos democráticos, con la movilización de la opinión pública y el empleo de los medios pacíficos que la Constitución pone al servicio de las causas democráticas.

Y cuando tengan que ser conocidos por el Congreso Nacional solo votar por ellos si se está convencido de que responden a las concepciones democráticas más favorables al desarrollo de un progresista Estado de Derecho.

Naturalmente, con solo recordar el desenfreno de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado con los fondos que ese 4% ha aportado al fisco, no es excesivo pensar que el gobierno del PLD, y su Poder Ejecutivo en primer lugar, es reincidente en la violación de promesas y juramentos hechos ante el pueblo.

Es decir, prioridades como la Ley de Partidos, la Ley Electoral, el problema eléctrico, el problema fiscal, que entre otras cosas deberían coadyuvar a ponerle freno al despilfarro, al robo de los bienes públicos, a la compra de elecciones, de conciencias, de votos, etc., serán, si se pactan y acuerdan con este gobierno, víctimas de la burla más cínica y del mayor incumplimiento.

Y esto así, porque esa ha sido la conducta histórica de todos los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana.

Y es dable creerlo porque el fundamento del Estado clientelista, de su ideología pragmática, es actuar sin recato frente a la profanación de cualquier principio o compromiso o palabra dada con tal de mantener el poder y asegurar la impunidad de sus mangantes viejos y nuevos ricos.

Resulta un contrasentido, por no llamarle de otro modo, que los partidos de oposición que con razón denunciaron y culparon a este gobierno y al presidente de la Junta Central Electoral de haber trucado las elecciones de hoy, de forma obsecuente, puedan ser seducidos por los cantos de sirena para la búsqueda común de “instituciones democráticas”, de quienes han señalado como detentadores de un poder ilegítimo.

Podría ser deseable que monseñor Agripino Núñez Collado, frente a lo sucedido hasta hoy en nuestro país no expusiera, una vez más, su prestigio al desdén, ilusionándose con la idea de que el gobierno del PLD es capaz de respetar compromisos para favorecer su doctrina cristiana del bien común.

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