La medida errada del Banco Central

La medida errada del Banco Central

FERNANDO PELLERANO MORILLA
La venta de US$100 millones que ofreció el Banco Central al mercado de divisas busca dos objetivos. Primero, influir sobre las expectativas de inflación y devaluación en el corto plazo. Segundo, al mantener el dólar más barato de lo que ya está, trata de impedir que el alza de la inflación mundial (petróleo, alimentos y materias primas importados) pase a la inflación interna, o sea, que haya efectos “pass-through”.

La inflación interna, que repuntó a partir de marzo (1.71 por ciento), se ha debido más a la inflación mundial, que a presiones de demanda o a la expansión monetaria. Abaratando el dólar, el Banco Central trata de compensar la inflación importada, y mantiene los precios internos lo más bajo posible hasta las elecciones. La política monetaria se ha subordinado a las conveniencias políticas del candidato-Presidente, desmintiendo la supuesta independencia del Banco Central.

Analicemos en más detalle la falacia del comunicado del Banco Central que dice: “En tal sentido, estas medidas permitirían ajustar la demanda agregada, que en periodos pre-electorales y de manera estacional, tiende a elevarse creando presiones inflacionarias no deseadas, situación ésta que se persigue corregir a través de un control efectivo de los agregados monetarios”. La teoría monetaria neoclásica expresa que la cantidad de dinero es una variable exógena determinada por las autoridades monetarias y también cree en el principio de la neutralidad del dinero.

Este último dice que dada las cantidades de bienes disponibles en el mercado, cualquier variación de la cantidad de dinero en circulación realizada por medios de una variación de la misma proporción de los balances líquidos en poder de cada uno de los agentes, produce variaciones en igual sentido en todos los precios monetarios, manteniendo invariable los precios relativos y las cantidades producidas. Supondríamos entonces que el Banco Central pretendería reducir la cantidad de dinero, y por esta vía reducir la inflación.

Pero hay algo curioso que no cuadra perfectamente porque además busca “ajustar la demanda agregada”, o sea, el gasto global de la economía. El Banco Central quiere significar que la inflación se debe a un exceso de demanda (estacional por las elecciones). Esto es, asume que los negocios han reaccionado al aumento de demanda no aumentando su oferta, ya sea con más órdenes o más producción, sino aumentando sus precios.

Ahora, el efecto obvio de la medida es la de mantener o reducir el tipo de cambio, al aumentar la oferta de dólares en el mercado de divisas. ¿Qué pasa con los ingresos de los profesionales y los trabajadores cuando el dólar se abarata? Simplemente que sus ingresos reales se elevan en la misma proporción en que los precios en pesos de los bienes importados que consumen se abaraten con el abaratamiento del dólar.

Y, como sabemos, al elevarse el ingreso real, también se eleva (o por lo menos se mantiene igual) el gasto de consumo. Luego, el Banco Central está contribuyendo a mantener o a elevar la demanda agregada, no a controlarla.

Si el Banco Central siguiera una política de metas de inflación acorde con el marco de la ortodoxia del FMI, hubiese elevado aún más su tasa de interés de corto plazo, esto es, su tasa de remuneración de los depósitos por exceso de reservas.

La inflación acumulada de diciembre hasta marzo ha sido de casi 3 por ciento, mientras que su aumento de tasa de interés fue solo de dos puntos porcentuales, insuficiente siquiera para mantener la tasa de interés real, no digamos aumentarla.

La política monetaria se suma al “caravaneo” reeleccionista ofreciendo dólar barato y peso barato.

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