La meditación profunda, ¿realmente puede curar nuestro sufrimiento?

La meditación profunda, ¿realmente puede curar nuestro sufrimiento?

En un contexto marcado por una inestabilidad económica y política creciente, sumado a una crisis de salud mental a nivel mundial, la meditación resurgió como una práctica profundamente buscada. Según un informe especial de la revista estadounidense Men’s Health, esta situación dio paso a lo que investigadores denominan la “tercera ola” de investigación en torno a la meditación. Esta se caracteriza por la búsqueda de efectos más allá de la simple relajación o reducción del estrés, explorando prácticas que prometen beneficios transformadores.

Este resurgimiento responde a una demanda colectiva de estrategias para enfrentar una realidad de profunda complejidad emocional y psicológica. La meditación se presenta no solo como un recurso de autoconocimiento, sino como un escape a nivel existencial para quienes buscan alivio y comprensión en medio de la adversidad.

Para los expertos entrevistados, la popularidad de la meditación avanzada también se alimenta del acceso creciente a estudios y recursos que detallan los beneficios de prácticas intensivas. “Con beneficios que van desde el éxtasis hasta revelaciones que cambian la vida, nunca ha sido más tentadora”, comenta la periodista Claudia Canavan, autora del artículo, subrayando cómo el atractivo de esta herramienta espiritual y psicológica parece adaptarse bien a las necesidades de la era actual.

Descubrimiento personal en México

Canavan comparte una experiencia que ilustra el poder transformador de la meditación avanzada. A comienzos de este año, en un retiro de meditación en Mazunte, un pueblo costero de México conocido por su ambiente tranquilo y bohemio, vivió un estado de euforia que describe como comparable a los efectos de la MDMA, una droga consumida por los usuarios por sus efectos alucinógenos que, según ellos, intensifican los sentidos y reducen las inhibiciones. Sumergida en una sensación de amor ilimitado, relata cómo este fluía desde el centro de su pecho hacia el exterior, como una energía que parecía brotar de sus manos y esparcirse en el denso aire tropical, alcanzando a las personas a su alrededor. “La cadena de pequeños celos y pensamientos agotadores que rodeaban mi mente parecía disolverse”, comenta la autora.

Mazunte, con su clima cálido de 40°C y su entorno natural, ofrecía el escenario ideal para la experiencia de introspección profunda que Canavan buscaba. Después de intentar prácticas de meditación en su casa con recursos en línea, había decidido asistir al retiro por recomendación de un amigo con experiencia en la práctica, y relata que, tras días de meditación intensa, experimentó esta explosión de éxtasis al enfocar su atención en el centro de su pecho.

Sin embargo, es consciente de que la práctica no eliminó de manera permanente sus ansiedades o miedos, pero sí dejó una huella profunda“Si logré llegar a ese lugar una vez, seguramente podría volver”, reflexiona, revelando un anhelo de volver a experimentar ese estado trascendental.

¿Qué son los jhanas?

Luego de su experiencia transformadora, Canavan comenzó a investigar más a fondo sobre los estados de meditación que pueden llevar a niveles profundos de conciencia y bienestar. En sus búsquedas en redes sociales, se encontró con un concepto intrigante mencionado en comunidades de meditación: los jhanas. En el budismo, son descritos como estados de absorción profunda que se alcanzan mediante una concentración intensa y sostenida en un único objeto o punto de enfoque, como la respiración o el centro del pecho.

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Además, comprenden una serie de ocho o nueve niveles, cada uno más profundo que el anterior. Aunque muchos practicantes pueden entrar y salir de los primeros jhanas con relativa rapidez, otros, con mayor experiencia, logran mantenerse en estos estados por largos períodos, alcanzando una absorción plena que, según relatos, va más allá de la experiencia ordinaria. A pesar de su frecuente asociación con el budismo, estudiosos señalan que estos estados podrían haberse practicado mucho antes de que esta religión surgiera, lo cual da una idea de su impacto universal en el camino meditativo.

Para entender mejor su propia experiencia, Canavan consultó a profesores de meditación, quienes le explicaron que la intensa emoción de apertura y amor que había sentido no correspondía exactamente a un jhana, sino a una experiencia conocida como apertura del corazón, una práctica que también se explora en la meditación avanzada.

El impacto cerebral de la meditación avanzada

Intrigada por el potencial de la meditación avanzada, Canavan destaca cómo universidades de prestigio, como Harvard y Berkeley, iniciaron investigaciones para desentrañar los efectos de estos estados profundos de meditación en el cerebro humano. El Programa de Investigación de la Meditación de la Universidad de Harvard, dirigido por el neurocientífico Matthew Sacchet, se centra en analizar la actividad cerebral de practicantes avanzados. La misión de este equipo es comprender cómo la meditación intensa puede contribuir a superar el sufrimiento y cómo estos beneficios podrían hacerse accesibles a una mayor cantidad de personas.

“Si alguien afirma haber trascendido el sufrimiento a través de estas prácticas, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para entender eso”, explica Sacchet, quien escuchó relatos de practicantes avanzados que aseguran haber alcanzado niveles de curación mental profunda. Para él, la clave radica en identificar los cambios neurofisiológicos que se producen en el cerebro durante la meditación avanzada, una labor que busca desmitificar experiencias que hasta ahora permanecen en gran parte en el terreno de lo anecdótico.

Por su parte, la doctora Kathryn Devaney, de Berkeley, también dirigió su enfoque científico hacia la meditación, particularmente hacia los estados de absorción profunda y transformación que experimentan algunos meditadores. Devaney, practicante devota de la técnica de vipassana (práctica que se centra en cultivar una atención y conciencia profundas) por más de quince años, examina cómo se manifiestan en el cerebro estos estados meditativos a nivel estructural y funcional.

Uno de los aspectos más fascinantes de su trabajo fue su colaboración reciente con el equipo de Harvard en un estudio sobre el estado conocido como nirodha samāpatti o “cesación”, en el cual el practicante relata que puede “apagar” temporalmente su experiencia consciente. Este estado particular desconcierta a los científicos, quienes buscan descifrar cómo el cerebro logra regular e interrumpir su propia actividad consciente.

El interés de Sacchet y Devaney va más allá de la simple observación; ambos coinciden en que desentrañar los mecanismos de la meditación avanzada podría permitir algún día aplicaciones prácticas, incluso mediante tecnología. Sacchet, por ejemplo, cree que si se comprende mejor el funcionamiento neuronal de estos estados de concentración profunda, podrían desarrollarse dispositivos de retroalimentación neuronal o técnicas de neuroestimulación que ayuden a los individuos a acelerar su progreso en el camino meditativo.

Los cuatro niveles del jhana

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Este informe también explora cómo los avances científicos están revelando los efectos de la meditación avanzada en la actividad cerebral. Según estudios recientes liderados por Sacchet, se descubrió que, durante estados profundos de meditación (caracterizados por una intensa absorción en un objeto de concentración), el cerebro experimenta un cambio notable en su actividad. Este cambio implica una transición de la actividad en la parte frontal del cerebro, asociada con el pensamiento conceptual, hacia las áreas posteriores, que favorecen una presencia plena y reducen la distracción. “Esto refleja un cambio de una mente comprometida con el pensamiento conceptual a una que está cada vez más presente”, explica el neurocientífico.

El equipo del doctor Michael Lifshitz, en colaboración con Harvard, analizó la actividad cerebral en practicantes avanzados que lograron alcanzar los primeros cuatro niveles de jhana durante retiros de diez días. En sus estudios, observaron que, mientras los meditadores avanzados se sumergen en estos estados de concentración, la conectividad entre diferentes áreas del cerebro se vuelve más flexible. El doctor señala que esta flexibilidad permite una creatividad potenciada y reduce la dependencia en patrones mentales repetitivos o hábitos, lo que podría explicar por qué los meditadores avanzados tienden a experimentar pensamientos más libres y menos condicionados.

A medida que estos estudios profundizan en la actividad neuronal durante estados de meditación avanzada, algunos científicos sugieren que estos hallazgos podrían tener aplicaciones en el tratamiento de trastornos mentales, fomentando la plasticidad y la resiliencia del cerebro. Sin embargo, Canavan menciona que, aunque los beneficios son prometedores, estos estados de concentración profunda requieren práctica constante y suelen ser alcanzados solo por meditadores experimentados.

Riesgos psicológicos y efectos adversos

A pesar de los beneficios ampliamente documentados de la meditación, la nota de Men’s Health advierte sobre los efectos adversos que algunas personas experimentan durante la práctica avanzada. Según relata en su artículo, para algunos individuos, la meditación profunda puede abrir puertas hacia traumas no resueltos o desencadenar episodios de desrealización, un fenómeno en el que el practicante percibe su entorno como irreal o distorsionado. Este tipo de experiencias, que pueden resultar alarmantes, son una realidad para algunos meditadores y dieron lugar a entidades como Cheetah House, una organización sin fines de lucro dedicada a brindar apoyo a quienes atravesaron situaciones de angustia emocional relacionadas con la meditación.

Mandy Johnson, entrenadora de relaciones y exprofesora de mindfulness, comparte su experiencia en un retiro de silencio en 2017. Al sexto día, comenzó a revivir traumas de su infancia y, como resultado, su sentido de identidad se desestabilizó y desarrolló tinnitus severo (dificultad para oír, trabajar o incluso dormir). Johnson necesitó dos años de ayuda profesional para procesar lo que había experimentado y recuperar su estabilidad mental. Estas experiencias demuestran que, si bien la meditación puede ser una herramienta de sanación, también puede representar un riesgo para aquellos con traumas previos.

La doctora Kathryn Devaney, investigadora y practicante experimentada, advierte que cualquier persona con antecedentes de trauma debería considerar la terapia antes de sumergirse en prácticas de meditación intensivas. Además, sugiere que, en estos casos, es aconsejable buscar guías con formación en el manejo del trauma y explorar prácticas meditativas más suaves, como la meditación de bondad amorosa o metta, que tienden a ser menos disruptivas para el sentido de identidad del practicante.

En cuanto a Nathan Fisher, investigador en la Universidad de Brown, coincide en la dificultad de medir cuántas personas experimentan efectos adversos significativos. Según estudios realizados por el profesor Willoughby Britton, fundador de Cheetah House y profesor de Psiquiatría en Brown, aproximadamente un 10% de los meditadores reportaron ansiedad, revivencia de traumas o hipersensibilidad emocional tras prácticas intensivas. En particular, los antecedentes de “adversidad infantil” aumentaron el riesgo de sufrir efectos negativos, lo cual subraya la necesidad de un enfoque consciente y cuidadoso.

Proyecciones a futuro

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Canavan explora las proyecciones que el campo de la meditación avanzada puede tener en el futuro, con un interés creciente en la aplicación de tecnologías que faciliten el acceso a estados profundos de concentración. Esta “meditación de próxima generación” es comparable a un “código de trucos para la vida” que podría estar al alcance de cualquiera que busque un método de crecimiento personal y autoconocimiento. En su experiencia, aunque sus prácticas personales no produjeron grandes revelaciones, el tiempo dedicado a la meditación le dio una herramienta poderosa de autocontrol y paz interior, como ella misma describe: una sensación de energía fluyendo desde la cabeza hasta los pies, que puede invocar en cualquier momento como un recurso invaluable.

A su vez, plantea la posibilidad de que estas futuras aplicaciones tecnológicas, inspiradas en la meditación avanzada, transformen radicalmente la relación de las personas con el estrés y el sufrimiento. Si bien aún estamos lejos de una adopción masiva de estas tecnologías, el avance en la investigación científica marca un camino prometedor. Estas prácticas milenarias, respaldadas ahora por la ciencia moderna, pueden ayudar a moldear una sociedad más resiliente y mentalmente saludable en los años venideros.

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