El delirio de grandeza que exhibe el recién electo presidente de los EE.UU., Donald Trump, y la atropellan te carrera de decisiones lesivas a los norteamericanos, migrantes y al mundo que está anunciando y adoptando, habrá de provocar situaciones lamentables a lo interno de esa gran nación y lo que es peor, a nivel mundial.
Su arrogancia no es nueva y se recuerda su conducción del famoso programa de televisión “El Aprendiz”, durante el cual se evaluaban los aspirantes a ocupar cargos en sus empresas de donde salían humillados por la forma grotesca en que eran tratados si no llenaban las expectativas del entrevistador.
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En la ceremonia de juramentación fue repetida e innecesariamente grosero en sus críticas al anciano presidente saliente quien, en todo momento después las elecciones, mantuvo una actitud amable, de respeto y colaboración para que el proceso de cambio de mando se diera sin ningún contratiempo.
Llegó al poder pretendiendo dominar situaciones y países independientes como Panamá y Canadá, y amenazando a Rusia para que cese su incursión armada en Ucrania. También busca, por decreto, abolir el derecho constitucional a la nacionalidad norteamericana de los hijos de padres ilegales, entre otras barbaridades.
Lamentablemente, una nube negra pende sobre los Estados Unidos de Norteamérica.