La mejor carne del mundo

La mejor carne del mundo

Estos días he visto los primeros terneros de buey de raza wagyu nacidos en España, procedentes de padres argentinos y chilenos.  Ésos a los que se les dan masajes, se les pone música de Bach y se les suministra cerveza  para que estén contentos y no se estresen. 

POR CAIUS APICIUS 
MADRID, EFE .- Es una desgracia como otra cualquiera, pero el hecho es que vivimos en una sociedad fuertemente competitiva y en la que el nivel de conocimiento de algo es más importante que la propia calidad intrínseca de ese ‘algo’. La gente está obsesionada con saber qué es, en cada campo, «lo mejor del mundo».

   Y, claro, en una sociedad que ha entronizado la estadística, que cree firmemente en las encuestas, se dan auténticos disparates. No recuerdo quién fue el genio que proclamó aquello de «vox populi, vox Dei»; de lo que no tengo la menor duda es de que o tenía un sentido del humor muy irónico, muy fino, o estaba borracho cuando lo dijo.    Vamos, que a mí que una cosa sea la mejor del mundo porque la han ‘votado’ equis millones de personas, o de internautas, me trae al fresco absolutamente; mejor dicho, más bien me retrae y empiezo a mirar con bastante desconfianza la cosa en cuestión… porque la vida me ha enseñado que las cosas realmente magníficas son, más bien, elitistas, están reservadas para minorías. ¿Injusto? Puede; pero es así.

   Pero vayamos a nuestro campo. Estos días he visto los primeros terneros de buey de raza wagyu nacidos en España, procedentes de padres argentinos y chilenos. De la raza wagyu son los míticos bueyes de Kobe (Japón), ésos a los que se les dan masajes, se les pone música de Bach y se les suministra cerveza -lamentablemente, japonesa- para que estén contentos y no se estresen. Por supuesto, sus carnes son «la mejor carne del mundo».    Yo no lo creo. Es una buena carne, sí, con bastante grasa -insaturada- infiltrada. Es, sobre todo, tierna-tierna: es una de esas carnes de las que se dice «es mantequilla». Bueno. Si lo único que le pedimos a una carne es que esté blandita, adelante: la de Kobe es perfecta. Pero no sé por qué me parece que el buen aficionado a la carne no se conforma solamente con que esté tierna. La carne ha de tener sabor. La de buey wagyu resulta un tanto dulzona, al menos ésa es la impresión que yo tuve las cinco o seis veces que la he probado.

Me parece una buena carne, pero… ¿la mejor del mundo? Para nada, hombre, para nada. La más cara, creo que sí: hay donde se cotiza a más de mil dólares el kilo.

Claro, a un tipo que paga una carne a semejante disparate de precio no se le puede decir que no es la mejor del mundo; encima, es japonesa, y ya sabemos que en estos tiempos todo lo japonés es inefable, mirífico, maravilloso, celestial…

No se dejen lavar el cerebro tan fácilmente.

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