La mejor estrategia

La mejor estrategia

Días atrás participé en lo que para mí fue una reunión accidental, en la que estaban presentes unos funcionarios públicos. Uno de ellos, gobernador provincial, exponía quejas por el retraso de unas transferencias corrientes que recibe de la Presidencia. Tales transferencias, escuché porque los funcionarios lo hablaron ante nosotros, complementan el valor de apropiaciones consignadas por vía del Ministerio de Estado de Interior y Policía.

-Los atrasos se deben a que Balaguer…

Salté del modo en que hubiera resultado de la compulsión por un resorte.

-¿Balaguer qué? pregunté en tanto notaba el desconcierto del funcionario. Y como tardase en emitir algún comentario lo reté a que presentase un caso de atraso moroso en transferencias corrientes convenidas con algún departamento. Tal vez me excedí, pues la conversación no tenía nada que ver con el motivo de nuestra presencia en el encuentro. Pero entendí, tal vez basado en un prejuicio, que se desarrolla una tendencia para culpar al pasado de los males presentes.

Por diferencia de horas, un funcionario de elevada investidura culpaba otra administración distinta a la actual, por la incapacidad pública para elevar las apropiaciones presupuestarias al sistema educativo. Pensé en el mecanismo de proyección, un complejo que nos induce a la exculpación por los propios yerros. Esta debilidad del carácter nos permite encontrar culpables a nuestras faltas. ¿Incumplimos por obligaciones asumidas ante otros? ¡Mi vecino es responsable!

Balaguer se acostumbró a no pagar expropiaciones de terrenos u otros bienes inmobiliarios. Sobre el particular sostenía una tesis que no dilucidaré en este escrito. En las gestiones de sus diez años, a diferencia de los doce años, acumuló deudas por construcciones. Apropiaciones consignadas en la Ley de Gastos Públicos, sin embargo, eran sagradas. Aunque fuesen transferencias corrientes o de capital al sector privado.

Flaco servicio se hacen los que, sin saber a qué excusa acogerse, esgrimen que incumplen porque falló alguien en el ayer. Sobre todo en el caso de falsedad en la imputación levantada por escasa imaginación. Por eso conviene a los funcionarios del gobierno del Dr. Leonel Fernández, eludir temas respecto de los que carecen de respuestas apegadas a realidades comprobables. Para mi gusto, que no es el de ellos, conviene trazar políticas de información que revelen sin tapujos las vivencias financieras del gobierno.

Aunque parezca mentira, ésa es la mejor estrategia.

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