Nuestro país, desde siempre, ha tenido una gran integración hombre-mujer. Aquí no hubo ninguna discriminación ni desprecio para la obra patriótica de Rosa Duarte, fabricando proyectiles para las armas que produjeron la separación de Haití, en 1844.
Tampoco se pensó que fuera cosa menor cortar las telas, cuadrar los tamaños y coser la Bandera Nacional, todo dentro de la más absoluta clandestinidad. Nadie pensó que eran mujeres.
A ningún combatiente se le ocurrió rechazar a Juana Saltitopa quien enfriaba los cañones con los cuales se consolidó la separación de Haití, en el glorioso día 30 de marzo de 1844.
Nadie dudó de la capacidad, del coraje, del talento, del arrojo, del valor, del amor a la Patria, a sus semejantes de ninguna de esas mujeres y de otras cuyos nombres no han trascendido porque se consideró que lo que hacían era servir a la Patria, que no hay actividad más noble.
Tampoco se le ocurrió a nadie intentar disminuir la calidad de los versos de Salomé Ureña, ni su inmensa labor como maestra pionera, en tiempos en que se trataba a la mujer como un objeto bueno solo para arrinconar a coser, cocinar, lavar, planchar, tener y criar hijos.
La mujer, hace mucho, trascendió del molde de ser objeto y sujeto, de la admiración física de los hombres, para colocarse en la sociedad por encima de ser desdeñada como un ser de segunda, que debía caminar dos pasos detrás de los del señor.
Esos tiempos, felizmente dejados atrás, fueron superados con talento, trabajo, estudio y con la paciencia de quien sabe que, mejor temprano que tarde, la luz de la verdad trazará el sendero del triunfo.
La mujer trascendió de ser la rosa más olorosa, de colores más bellos y pétalos más suaves y se impuso en un mundo de hombres. En 1911, se gradúa la primera médica dominicana Evangelina Rodríguez Perozo. Es conocida la historia de la resistencia de Ercilia Pepín a la intervención y ocupación norteamericana, de 1916 a 1924. Más tarde el gesto bravío de las hermanas Mirabal, su lucha por la libertad y la democracia les costó la vida. Florinda Soriano (Mamá Tingó) fue víctima de los asesinos que se oponen al progreso de los campesinos sin tierras.
Las mujeres gracias a su esfuerzo, su talento, sus estudios y su determinación, brillan en todos los campos.
A tres días de las elecciones municipales el activismo político se traslada de las calles a los hogares. El bullicio es sustituido por le reflexión.
La opción es clara: Carolina representa el futuro, sin ataduras con un pasado lleno de horror en lo político y en lo económico. Votemos para que sea la primera alcaldesa de Santo Domingo.