La “mejoría” del endeudamiento

La “mejoría” del endeudamiento

Innovadora y creativa serían los calificativos que merecería República Dominicana tras colocar bonos en dólares y moneda nacional en el mercado de Nueva York. Lo nunca visto… o lo que visto con preocupación significa que el país prosigue su marcha a la vera de una montaña de “cuentas por pagar” que no para de crecer. Abrazada a la técnica de cubrir su severo déficit de ingresos por impuestos y bajo rendimiento del aparato productivo con un incesante flujo de recursos internos y externos “a pagar después”, a base de compromisos que se alargan indefectiblemente hacia el futuro. No solo debe cada vez más de lo que manda la prudencia el dominicano del presente. También el que no ha nacido.

La economía mundial está sujeta a pronósticos disímiles. Inestabilidad en mercados de valores, vaivenes en precios de materias primas y efectos climáticos trastornando producciones. En ese marco República Dominicana no podría, al igual que muchos países, suponer que su intercambio comercial estará asegurado ni que su economía va a marchar sobre ruedas para honrar elevadas obligaciones mientras posterga, con débil voluntad política y vacilaciones, una reestructuración fiscal bajo pacto social que equilibre los gastos con los tributos. El Fondo Monetario Internacional lo advierte con más giros diplomáticos que especificaciones que enciendan alarma: la sostenibilidad del endeudamiento dominicano está en peligro… y punto.

La desbandada de venezolanos

La conciencia de América está herida por el desastre social y político que vuelve inhóspita a Venezuela para muchos de los propios venezolanos. Cruzan fronteras en impresionante éxodo hacia territorios vecinos o se hacen a la mar en precarias condiciones. Carencias inimaginables hasta de lo más elemental para vivir hacen crecer a sus comunidades en el exterior con una causa poderosamente política para los males: ruptura de la convivencia para retener el poder sin legalidad y sin legitimidad.

Tras una fachada de socialismo se atropella a una nación y se afecta la imagen continental de la opción de cambio basada en ideas socialistas democráticas y de verdadero sentido humano, de defensa de las mayorías y propulsoras de cambios para las naciones. La bandera de los revolucionarios auténticos debe ser puesta a media asta.

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