El ser poético para huir de la angustia se refugia en la cotidianidad, donde se disipa en palabras. Sentirse un Aser en el mundo@ (Heidegger) genera en el poeta un estado existencial y espiritual de irreconciliación con el tiempo.
El poeta representa el pasado en imagen lírica, revelando una identidad buscada, Aarrojada en el mundo@. Así, trasciende la historicidad personal y pone en crisis el tiempo histórico, ese estado de la temporalidad (o de la intrahistoria).
El poema se proyecta sobre la historia, exaltando, en ocasiones, un pasado infantil y juvenil como modelo utópico. En ello reside la visión reflejada por José Rafael Lantigua (1949), en esta suerte de genealogía lírica, de zaga familiar, de su nuevo libro, Los júbilos íntimos.
Esta obra es el testamento de una vida vivida para cantarla en la figura del poema. Adopta la forma de una memoria literaria escrita en clave de versos. La escritura pues se convierte en opción ética de vida: se afirma en encuentro con la memoria.
La nostalgia en Lantigua no depara en culpa o desarraigo, abyección o pena, sino en júbilo (de ahí su título), en triunfo del presente y conquista del futuro. El estado de espíritu que expresa, dibuja una atmósfera bucólica, caracterizada por la nostalgia y la euforia.
La claridad se apodera de la sombra; el olvido es oscuro, la memoria luminosa. Épica de la huída voluntaria, no del retorno a la tierra prometida, sino de una travesía triunfal. No la hégira mahometana sino la batalla contra el presente.
La conquista de la ciudad representa la derrota del mundo que quedó atrás. El triunfo del tiempo implica la conquista del espacio urbano como promesa de salvación. El desarraigo familiar del orbe provinciano lo reconcilia finalmente con la ciudad prometida.
En este libro no hay vacío ni abismos que reflejen una crisis moral o existencial, sino una espiral ascendente de triunfos y esplendores. Los júbilos interiores son celebraciones de los tiempos idos. Aquí no hay caídas ni precipitaciones; hay ascensiones del sujeto poético que le confiere al pasado, los tintes de una infancia feliz, y al presente, una epicidad recuperada.
Lantigua ha transfigurado pues su experiencia vital en vigilia imaginaria y lírica. Resurrección de lo mirado que marca la huella de un autoexilio @inxilio@, como diría Heberto Padilla, para referirse a su exilio interior , donde las nuevas visiones se transforman en presencia, la voluntad en representación. Las ruedas del azar se convierten en espiral íntima, con sus júbilos y reverberaciones, estertores y milagros. La persistencia de la memoria dibuja los sentimientos del poeta, brotando de sus impulsos interiores, un temperamento nostálgico.
La poesía se define como circunstancia; de ahí el vínculo del poema como diario de vida. La mejor definición de un poemario es como un diario poético; por eso este se articula en días y tiempos. Así pues, los tres segmentos conforman tres partes: ATrilogía de los días, Trilogía de los tiempos y Trilogía de las interrogaciones@.
ALa Trilogía de los días@ a su vez comprende: ALos días vencidos@, ADías aciagos@ y ALos días remotos@; los tres están decorados por un pasado aciago y vencido y que su autor no quiere evocar, en tanto que la ATrilogía de los tiempos@ se define en tres estadios: ALos tiempos muertos@, ALos tiempos distantes@ y ALos tiempos fugaces@.
AHago la plegaria del miedo
los días vencidos
ya no quiero tenerlos@.
Aquí sobresale la voz de una generación (Ahemos vencido la eternidad@), la plegaria de los héroes anónimos, idos a destiempo:
AUstedes se fueron
yo aún estoy aquí
venciendo la rigidez de los ocasos
templando el laberinto de la serenidad
en la visión acuosa
de los tiempos que fueron
Los tiempos muertos@.
Poesía de la memoria, más aún, poesía de la música, pues Lantigua explora las posibilidades musicales de la palabra, valiéndose de los recursos rítmicos y sonoros del verso, en una búsqueda tonal de encabalgamientos y pausas, que semejan a ratos, partituras musicales o textos visuales, como en los poemas: AEcos@, ALa paciencia quebrada@, AMi casa@, ABarrio@, ALos tiempos fugaces@, APadre@, ALa partida@, ALas horas maduras@, entre otros, que nos evocan a los concretistas brasileños, los futuristas italianos o los poetas cubistas.
En la antigüedad clásica griega, la diosa de la memoria era llamada mnemosine, la madre de las musas. Y si las musas eran la inspiración de los poetas, entonces la memoria también lo era. Se producía pues una lucha mitológica entre la memoria (mnemosine) y el olvido, representado por Leteo, Ael río del infierno que otorga el olvido a las almas de los muertos@.
Lantigua apela, igual que Borges y Dante, a una poética y a un arte de la memoria, no a una poética del olvido, como en Mallarmé. AHay que saber olvidar para saborear el gusto del presente, del instante y de la espera, pero la propia memoria necesita también el olvido: hay que olvidar el pasado reciente para recobrar el pasado remoto@, dice Marc Augé.
Está presente en Lantigua el tema del viaje de la memoria, que se define en una búsqueda de plenitud y sentido del tiempo. Retorno a la sustancia, no al reino sacrificar sino al de la Apurgación de las emociones@, como decía Aristóteles para referirse a la catarsis, cuya función cumplía la tragedia griega.
Está además el tema de la travesía horizontal que niega el viaje vertical y celeste, similar al viaje cristiano del ascenso y la caída, del Mundo de Arriba y el Mundo de Abajo, del infierno y el paraíso. Este libro es el relato de una invocación que oscila entre la memoria del deseo y las trampas del olvido. Recordar pues se convierte en una experiencia escriturar de rentabilidad insospechada.
Juego de asociaciones evocatorias, Los Júbilos íntimos deviene en imantaciones visionarias, percepciones invocatorias y recuerdos especulares.
Los júbilos íntimos es una fiesta de la memoria; es, para qué dudarlo, un ejercicio de introspección por los meandros del recuerdo, en claves líricas pero atravesada por el supremo recurso de la imaginación poética:
ASoy tiempo abrumado de cortezas
sonido de agua sobre el trigal de los sueños@.
[b]O estos versos que rezan:[/b]
ALas espoletas del sueño
están cortadas
entre muros de insomnios pugnaces
que dejan morir la eternidad@.
O estos, aún más elocuentes de un paraíso de la memoria:
AVivo el tiempo que
aviva la memoria
vívida@.
Con la publicación de este libro, Lantigua vuelve a sus orígenes al año 1982, cuando publica Sobre un tiempo de esperanza como el asesino que Asiempre vuelve al lugar del crimen@ , con lo que confirma que la poesía es un mal incurable, Auna enfermedad del espíritu@, decía Novalis.
José Rafael Lantigua vuelve a reconciliarse con la poesía después de haber navegado por los territorios del ensayo, la biografía, la crónica, la entrevista y la crítica, tanto en sus libros publicados como en su suplemento Biblioteca, el cual sentó precedente en el periodismo cultural, tras 20 años de publicación continua y pasando por diferentes medios escritos.
Uno sólo recuerda lo que desea. Mi madre decía en lugar de despertar, recordar. Mágico modo de definir la vida despierta. Esta obra poética de Lantigua se define como el júbilo de la intimidad y el triunfo de una obstinación indesprendible. Triunfo de la memoria. Triunfo de la poesía. Triunfo de una pasión permanente.