La mente y la felicidad

La mente y la felicidad

En su carta a los Filipenses, el apóstol aconsejó a los creyentes a pensar en todo lo que fuera justo, puro, amable, verdadero,  honesto, de buen nombre y en lo que tenga virtud (4:8).

Esta es una de las recomendaciones más importantes en lo que tiene que ver con saber emplear la mente.

En cuanto al tiempo, el pensamiento oscila en tres dimensiones: pasado, presente y futuro.

El pasado es el repaso que hacemos de las cosas que dejaron alguna huella o marca en nuestras vidas. Puede ser algo bueno o desagradable.

Normalmente lo que más permanece es lo traumático.

Hay quienes se resisten a olvidar una violación, el maltrato, el abandono o la condición de miseria en alguna etapa de la vida.

El presente es lo que está teniendo lugar ahora. Pero, increíblemente, a la mente no le gusta invertir mucho tiempo en el ahora.

Trate de concentrarse en lo que está haciendo y notará que ella escapará al pasado o al futuro.

En el futuro los pensamientos se manifiestan en una especie de películas imaginarias sobre cosas que todavía no están.

Parte de la infelicidad es porque el ser humano no acepta su presente. Siempre mira al futuro como el tiempo de la redención de lo que se quiere.

Será en el futuro cuando se tendrá otro vehículo, otra casa, otro empleo, se logrará el viaje, vivirá con otro estatus, tendrá el dinero deseado…

En el auto en la calle, note cómo la gente se desespera por llegar a donde va. Se carga de estrés porque ve como estorbo el entaponamiento, el semáforo y al policía de tránsito.

Parte de la felicidad está en saber usar la mente. Alguien dijo: “Cambia tus pensamientos, y cambiarás tu forma de vivir”.

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