La mentira no es solo ocultar la verdad. Puede ser también la variación de una información u opinión con la finalidad de mantener una imagen, evitar alguna vergüenza o una valoración negativa frente a los demás. Existen dos tipos básicos de mentira, el primero es para ocultar o esconder un hecho, el segundo es la creación de una historia o falsificación de datos o hechos.
Cuando se quiere ocultar la verdad, el mentiroso guarda silencio ante un hecho, omite datos, finge emociones, esquiva, desvía la atención, o provoca una interpretación inadecuada de lo sucedido, proporcionando datos o detalles falsos como si fueran reales.
Lo terrible de la mentira es que casi siempre para sostenerla el mentiroso sigue inventando cosas u ocultando otras, esto provoca que la mentira inicial vaya creciendo cada vez más. Aun así tarde o temprano se descubre, es muy difícil mantener la constancia ante la falsedad, de ahí el famoso dicho que reza: “para hablar mentira hay que tener buena memoria”. El temor a que su mentira sea descubierta lleva al mentiroso a vivir en un círculo vicioso de inventos y falsedades.
Las mentiras no son solo de palabras, también se dan cuando se quieren ocultar o fingir algunas emociones, estas por lo regular son evidenciadas en el lengua no verbal. La mentira afecta tanto al que la dice como a quien se le miente. Por lo regular la mentira viene de alguien con una mente inmadura que no quiere asumir la responsabilidad o la consecuencia de sus actos y que no logra entender que las cosas no siempre van a salir como él o ella desea.
Existen mentiras con algún propósito, sobre todo para conseguir un beneficio, otras que son simple exageración, están las que tienen la firme intención de hacer daño; otra muy común es la que se dice de manera inconsciente, que por lo regular confunde la realidad con la fantasía. Está la mentira patológica o Seudología fantástica, esta se da cuando alguien miente de manera constate y sistemática, esta última muchas veces requiere atenciones psicológicas para ser superada.
Las personas pueden acostumbrase a mentir desde la infancia, para evitar una corrección o una consecuencia de sus actos. De ahí la importancia de trabajar el valor de la verdad desde los primeros años de vida del individuo y fomentar un clima de sinceridad en el hogar.
Muchos creen que los niños no hablan mentiras, pero lo cierto es que estas son diferentes dependiendo la edad y los niveles de desarrollo del infante, así como de sus habilidades de razonar y analizar. En la primera etapa de su vida, de cero a tres años, por lo general no miente, están empezando su comunicación verbal.
De tres a cinco años pueden mentir, pero de manera inocente, sin la intención de engañar y obviamente sin conocer las consecuencias que esto podría traer. Durante esta etapa los niños pueden hacer interpretaciones reales o ficticias de lo que están viviendo, llevándolos a veces a una percepción incorrectas o a una interpretación errada.
A Partir de los cinco años el niño ya tiene un vocabulario más fluido y un pensamiento más abstracto, por lo que está en capacidad de poder alterar los hechos o la creencia de los mismos. De los nueve años en adelante aproximadamente puede crean un hecho con el fin de obtener o lograr algún beneficio, creando falsedades basadas en hechos reales o ficticios.
Consejos para evitar la mentira en sus hijos:
• Modele con el ejemplo, siempre hablando la verdad para que su hijo pueda imitártele.
• Nunca le pida a su hijo que diga una mentira.
• Si descubre que su hijo miente para lograr un propósito frente a usted, no ceda y motívelo a ser sincero.
• Refuerza de manera positiva cuando diga la verdad y fomenta la sinceridad.
• Explíquele la importancia de decir la verdad y las consecuencias negativas de mentir.
• Si descubre que su hijo le mintió elija el lugar y el momento adecuado para corregirlo sin llegar a humillarlo.
• Cuando pienses que su hijo está mintiendo déjelo expresar su idea y su versión de los hechos, luego hágalo caer en cuenta de sus errores.
• Cree un clima de comunicación asertiva, basado en la confianza.
• No lo trates como un mentiroso ni lo etiquete como tal.
Las mentiras pueden ser un mecanismo de defensa, para proteger una autoestima incorrecta, por miedos, para evitar consecuencias no deseadas, por orgullo o por realidades difíciles de asumir, para ser aceptado, lo peor es que mentir se pueden convertir en un mal hábito. La autora es psicóloga y educadora, directora y fundadora de MLC SCHOOL Twiter: @MLC_Schoolrd @SVirginiaP Instagram: @pardillavirginia.