La mentira del Presidente

La mentira del Presidente

No es la mentira del Presidente que los suspicaces imaginen. Es la de José María Aznar, presidente del gobierno español. Con ella «construyó» la derrota de su Partido Popular en elecciones recientes. Al instante de producirse el criminal atentado ferroviario del 11 de marzo en la estación de Atocha, en Madrid, Aznar lo atribuyó a la organización terrorista separatista vasca Eta. 202 personas de diferentes nacionalidades, la dominicana entre ellas, quedaron muertas.

Hubo más de mil heridas. Algunas fallecieron en días siguientes. La afirmación de Aznar fue desmentida rápidamente por Eta. Casi en seguida, una cédula de la fundamentalista Al Qaeda se responsabilizó del crimen. Tres marroquíes, dos hindúes y varios españoles están detenidos, investigándoseles como sospechosos.

España estaba a tres días de elecciones competidas entre los populares de Aznar y los socialistas de Felipe González. Las calles de Madrid y otras ciudades españoles se llenaron con 11 millones de manifestantes pacíficos en impresionantes muestras de cívica solidaridad y en protesta contra Aznar. Entendieron lo ocurrido como consecuencia de la participación de España en la guerra contra Irak. Más del 90 por ciento de la población se había manifestado contra esa participación en los días previos a la salida de las tropas.

El peso de las manifestaciones, entendidas como respuesta a la acusación mentirosa de Aznar contra Eta, ha sido considerado como inexorablemente ligado al resultado electoral que sacó a los populares del poder, abriéndole el Palacio de la Moncloa a los socialistas para un cuarto período de mandato en 29 años de democracia.

El nuevo presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha comprometido a retirarse de Irak, a menos que la ONU se encargue de la situación iraquí antes del 30 de junio.

Tres presidentes de Estados Unidos han mentido en los últimos tiempos. Richard Nixon tuvo que renunciar antes de concluir su segundo mandato, para evitarse un juicio en el Congreso. Le había hablado mentira a la Nación al negar que había ordenado grabar actividades del partido demócrata en el hotel Watergate de Washington, D.C. Descubierto por dos periodistas de The Washington Post, se resistió a entregar los videos. Tuvo que renunciar la presidencia ya en el umbral del juicio del Congreso.

En una de las películas sobre la renuncia de Nixon, la escena final es patética. Aparece, abatido, junto a su secretario de Estado Henry Kissinger. Le pide acompañarlo a orar. Arrodillándose, Nixon primero, y mientras éste ora Kissinger reflexiona: «lo peor que puede pasarle a un hombre es conseguir todo lo que quiere. Lo sabían los griegos». Se levanta Nixon, encaminándose al avión que lo trasladó fuera de la Casa Blanca.

El presidente Bill Clinton también le metió al país antes de terminar su segundo mandato. Se divulgó que tenía relaciones extramaritales con la becaria Mónica Lewinski, lo negó. Meses después tuvo que presentarse ante el Congreso para confesar, cuando ya estaba preparado el impeichment. Es razonable entender que lo salvó, primero, su rectificación, y segundo, que el affaire no perjudicó a la Nación. Sólo irrespetaba las tradiciones de las familias norteamericanas, se dijo entonces.

Y en estos tiempos, la mentira del presidente George W. Bush. Consiste en que justificó la invasión de Irak por tropas de una coalición militar que su gobierno se encargó de estructurar, en el peligro que representaba la posesión de armas de destrucción masiva en manos de Sadam Hussein. El juez español Baltazar Garzón dijo que «ahí comenzaba el terrorismo mundial». Ahora, Mijail Gorbacho, ex presidente de la Unión Soviética, afirma que «Estados Unidos quiere imponerle al mundo una democracia de misiles» y que la política hegemónica de su gobierno «ha exacerbado el terrorismo, en vez de prevenirlo». Han viajado a Irak unos y otros observadores en busca de las armas. Todos volvieron con la información de que no las hay.

Está afanoso Bush en una campaña por cuatro años más, es decir, por consumir el que parece nefasto segundo período, que lo ha sido también en países de por aquí. La situación de Irak lo desfavorece, según encuestas que revelan al demócrata John Kerry como preferido para presidente 2004-2008. Si resultare así, la oposición habrá vuelto al poder llevada por una mentira del Presidente.

De tan antiguo, el refrán es muy conocido: «Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo».

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