La mentira

La mentira

La mentira es una forma de eludir la realidad y por tanto la responsabilidad que tendría el afrontar la verdad de alguna cosa. Muchos trastornos psicológicos llevan asociada la mentira como forma de evitación de circunstancias. Sin embargo a la larga si llega a convertirse en hábito, puede suponer un trastorno psicológico considerable.

Si entendemos que una mentira es una declaración falsa realizada por alguien esperando que los oyentes le crean, ocultando siempre la realidad en forma parcial o total; entonces, una mentira puede ser una falsedad genuina o una verdad selectiva. Mentir implica un engaño intencionado y consciente. Diversos estudios demuestran que el ser humano tarda más mintiendo que diciendo la verdad.

Desde la niñez, el deseo de mentir se hace evidente. Los niños mienten imaginándose cosas, mienten imitando a sus padres, mienten al exagerar las cosas, mienten para ser aceptados en su núcleo social, mienten para evitar el castigo, mienten para ser recompensados, y hasta mienten con el fin de desquitarse.

La mentira puede hacer daño al destinatario, pero en última instancia a quien más perjudica es al mentiroso, ya que le convierte en una persona poco fiable, indigna de confianza y carente de crédito. Pero es importante resaltar también que el mentiroso es un individuo que experimenta un desajuste de personalidad y un desorden de carácter que lo motiva a sentirse inseguro de sí mismo y a refugiarse detrás de las apariencias.

Hay cuatro tipos de mentiras que es elemental conocer: Primero está la hecha en forma esporádica (todos alguna vez mentimos) y espontánea, de donde surge la pregunta ¿Hay mentiras piadosas? Y esa es la interrogante que todos nos hacemos, pero quien justifica la mentira hace suya la frase de que “el fin justifica los medios”. Segundo, está la evolutiva, que comienza en la niñez y es reforzada por los padres/madres desde niño: Tercero, la que se dice como producto de un padecimiento sintomático, para obtener atención gracias a la creación de un falso personaje que nos da brillo y es para mejorar nuestra propia autoestima, inventando logros y consecuciones personales. Y por último está la efectuada como conducta repetitiva, esta es la mitomanía, en la que se vive para y por la mentira, es la complicada y la que lleva a la mentira compulsiva.

Una forma de evitar que la mentira se transforme en una obsesión en la edad adulta es “no castigar a los chicos cuando dicen una mentira menor, ya que es propio de la imaginación infantil y forma parte de su maduración”. Los padres deben explicar las diferencias entre fantasía y realidad a los niños/as.

 El desarrollo de una fantasía muy grande puede llevar a los niños/as a cultivar “otra realidad” inventada que es la puerta a la mentira. Hay que hacerles saber distinguir entre imaginación (estimulándosela también) y realidad.

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