El mundo es cualquier cosa menos un conjunto de procesos estáticos, inmersos irremediablemente en una inercia fatal: En América, Irak, Afganistán, China, la India, Francia y Europa en su conjunto, se puede otear la rebeldía y las premisas de los cambios futuros. Así también en Estados Unidos, sumergido en el pantano de la decadencia, la crisis moral y el estancamiento económico sin perspectiva de solución.
De los pocos sitios de la tierra donde no pasa nada es en Dominicana. Territorio cuya historia está poblada de grandes hazañas humanas, parece sumergido en una pesadilla de la cual no puede despertar.
Ahora resulta, que opinando más del 70 por ciento de la población que la corrupción es cada vez mayor, y hoy más grande que en los gobiernos pasados, nuestro brillante presidente, dueño de una capacidad discursiva que tiene embobado a más de un gobernante extranjero, considera que en el país se está dando un fenómeno de micro corrupción ( ) producido por individuos aislados. ¡Insólito!
¿Qué hacer? ¡Claro que hay que atreverse a denunciar esta burla! Pero eso sería tan sólo una pequeña muestra de valor y dignidad. Lo que hay que hacer es disponerse a cambiar el rumbo del país. Atreverse a luchar por construir una alternativa de cambio, que en las condiciones de esta República Dominicana que las cúpulas han logrado adormecer y reducir a la impotencia, este objetivo político adquiere una mucha mayor dimensión.
Ahora resulta que el partido y las cúpulas políticas y sociales que hoy detentan el poder están empezando a blandir sus armas pesadas, como un adelanto de lo que vendrá en el corto horizonte.
El señor Vincho Castillo, agresivo y agudo intelectual; el mismo del famoso y nunca olvidado gacetazo que le escamoteó al PRD y al presidente Guzmán la mayoría en el Senado (El órgano responsable de designar el sistema judicial); ese brillante intelectual, inició la ofensiva de los pesos pesados de la intelectualidad orgánica, al plantear, después de calificar al Dr. Fernández como el activo político más importante y sobresaliente con que cuenta la República Dominicana, una fórmula para allanar los obstáculos para la reelección presidencial.
Pero no es sólo la reelección lo que tiene la sociedad como peligro. Tan grande como esta es que se repita la historia de que combatiendo el mal mayor le abramos el camino a la continuación del actual desastre, con otros matices y protagonistas.
Lo central es enfocarnos en la construcción de una propuesta alternativa, que permita alcanzar una nueva mayoría política en el país; pelear por alcanzar el Gobierno y abrir una nueva etapa de cambios en República Dominicana.