La migración: un acontecimiento permanente

La migración: un acontecimiento permanente

Desde tiempos inmemoriales determinada cantidad de hombres y mujeres emigran de sus tierras a otros lugares.
Una hojeada rápida a la historia de la humanidad así lo confirma. Pero actualmente ese fenómeno se ha incrementado hasta constituir un problema muy preocupante, tanto en el seno de las Naciones Unidas como en organismos como el Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) al igual que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Los motivos para salir de su propio país son varios; en este sentido hay que mencionar las guerras, las diferencias políticas, las religiosas y mayormente la persecución de un bienestar económico del cual carecen en sus propios lares nativos.
Todos los días hay noticias acerca de las oleadas de indocumentados que arriesgan sus vidas para llegar al paraíso soñado. La Guerra Civil en Siria precipita la huida de millones para evitar ser víctimas de los contrarios.
En el Mar Mediterráneo, frente a Libia, se aglomeran en frágiles embarcaciones miles de africanos procedentes de Etiopía, Somalia, Mali, Eritrea, Mauritania y hasta de Senegal que se trasladan de una región a otra. En múltiples ocasiones la Marina Italiana ha procedido al rescate, aunque algunos llegan a internarse a España y otras naciones europeas. Y no pocos mueren ahogados.
Donde se cree que hay mejoría de vida ahí se dirigen los emigrantes, sin importar los riesgos. Y esta calamidad no ocurre solo en Europa, sino también en las Américas.
Miles de mexicanos y de centroamericanos se empeñan en cruzar las fronteras de los Estados Unidos.
Los haitianos quieren invadir pacíficamente la República Dominicana, donde obtienen algún trabajo.
Los dominicanos van en yolas o canoas a Puerto Rico para de esa isla ir a los Estados Unidos.
Los nicaragüenses se adentran en las fronteras costarricenses para conseguir mejores salarios.
Los colombianos, en años anteriores, cruzaban la frontera venezolana donde había más trabajo y mejor remuneración.
Una nueva modalidad se nota ahora con los haitianos que van a Sur América con el temor de ser expulsados, como ocurrió con 800 de ellos que fueron sacados recientemente del el Perú, y lo mismo han hecho Ecuador y Colombia.
Otro tema a tener en cuenta es la aglomeración humana en las ciudades, siendo un resultado de varios factores que han incidido en la vida rural: el crecimiento vegetativo en los campos, acompañado por un bajo índice de mortandad, y la mecanización agrícola, que desplaza mano de obra, han sido elementos impulsores del éxodo de los campesinos a los centros urbanos creando urbes, metrópolis y megalópolis. Aunque ha habido promesas de llevar la ciudad al campo, solo han sido planes pilotos de poca envergadura. Las atracciones citadinas de agua potable, energía eléctrica, servicios educativos y de salud, y el relumbrar de las artes y las luces, son los imanes que tradicionalmente mueven a los habitantes del agro a dejar sus agotadoras faenas.
Aventurarse a vivir en otras tierras no es nada nuevo: en la antigüedad, los dorios, euroasiáticos, penetraron en Gracia, donde prácticamente se adueñaron del territorio. Y los pueblos de las viejas civilizaciones en la Mesopotamia y en el Medio Oriente; se desplazaban y se movían constantemente, a veces de manera pacífica, y otras veces a sangre y fuego. Todavía existe la vida nómada en aquellas regiones.
España ha trazado una política inmigratoria que señala cuotas que deben cubrir las naciones africanas e hispanoamericanas.
Pero el empuje migratorio es mucho más fuerte e intenso que las simples cuotas o los permisos de residencia. Esta frase también es aplicable a los Estados Unidos.
Por ahora no se vislumbra solución a esta crisis mundial; si bien el tiempo se encargará de resolver lo hasta este momento insoluble.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas