La miopía de los políticos hunde al país

La miopía de los políticos hunde al país

Los temores existentes en muchos dominicanos acerca de su futuro y del desarrollo nacional, viene propulsado por las actuaciones de los mediocres políticos que dirigen el sistema político, y de cómo, envueltos en sus sueños de riquezas, han renunciado a sus creencias éticas del pasado para solo pensar en enriquecerse.

No es de extrañar la situación que atraviesan los tres principales partidos del sistema democrático, que se patalean en el fango de la corrupción, cuando las ambiciones de sus dirigentes no se han satisfecho, y en su desesperación por no quedarse sin pito y sin flauta, se han cegado, y sin nada de vergüenza, exhiben acciones y actuaciones que están precipitando a sus partidos hacia el destino común del ocaso de todos los partidos dominicanos.

Lo que está ocurriendo en el partido de gobierno, cuando internamente se ha desatado una feroz campaña de herir al presidente Fernández para disminuir su liderazgo, no viene determinado por cuestiones doctrinarias o de bien patrio, sino simplemente que esa fuerza opositora peledeísta considera que podría hacerlo mejor cuando en el 2010 se celebren elecciones, habida cuenta que apenas con casi cuatro meses en su tercera administración, el presidente está acosado por un disgusto de la población asediada por la delincuencia, los apagones y la pérdida de empleos.

Pero la situación de los perredeístas y los reformistas no es ideal o de consolidación para futuros triunfos electorales, sino de un destripamiento interno de los que están buscando las piltrafas que quedan del reformismo, y los otros, apuñaleándose moral y políticamente de manera intensa, como tan solo ellos saben hacerlo, para alejarles las posibilidades de un retorno electoral al poder.

Después de la muerte del doctor Balaguer, los reformistas quedaron en banda y fueron muchos los que cambiaron su chaqueta colorada por la morada. Hoy en día son puntales del gobierno del doctor Fernández cuando éste se ve conmocionado por la rebelión interna estructurada sagazmente por quien ha sido su rival.

El reformismo como tal, y apoyado en lo que era para su finado líder, no resurgirá bajo esas circunstancias, y para los pocos dirigentes de peso que se resisten a desaparecer, si llegara el caso de tener deseos de renacer, tendría que ser en base a penetrar concienzudamente en el corazón de la sociedad de hoy, atormentada por otras necesidades en un medio social distinto al que existía en los años de la década de 1960.

Los perredeístas, por esa afición de desacreditarse unos a otros y ser tozudos en sus ambiciones, sin tener ningún arraigo popular fuera de los corifeos de su  partido, se empecinan en continuar siendo los huérfanos que dejara su único líder popular, el doctor Peña Gómez, buscan por todos los medios de aprovecharse del gran arraigo popular del PRD en las masas del pueblo, sin detenerse a estudiar y revisar la historia de sus cuatro gobiernos, en que no pudieron honrar el apoyo que habían recibido del pueblo.

Los cuatro salieron del poder, uno derrocado, otro con su presidente suicidado, otro con su presidente encarcelado y otro con la mancha de la incapacidad y hundir al país en la bancarrota.

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