La misantropía

La misantropía

Por definición, misantropía es aversión a la humanidad, (misántropo del griego “misein”, odiar, y “thropos”, hombre) el que tiene aversión al trato humano. Por extensión, el que tiene carácter brusco, desagradable. Esta conducta, que en muchas circunstancias nos toca padecerla, las conocemos, son los amargados, ermitaños, los agresivos, los trogloditas, los envidiosos, los insociables, en fin, una constelación de personajes cuyo único destino es agredir y lastimar. De un accionar muy  árido en afectos,  cargados de hostilidades y falsedades,  cuando nos toca convivir con un personaje igual, ya sea como jefe, como vecino, como amigo, como familiar, como compañero (a), se viven las mil y una noches pero del lado infernal.

Son intolerantes, déspotas, poseedores de la “verdad absoluta”, no le obsequian a usted ni una sonrisa,  sólo si  les conviene a sus intereses, nunca un  reconocimiento a alguna de nuestras virtudes; claro, de estos personajes recibirá usted con gran frecuencia un recordatorio de los defectos que todos tenemos, en eso son  muy cumplidores.

Estos actores  no socializan adecuadamente, para ellos  todo el mundo es imperfecto. Este protagonista, al que todos conocemos, es incapaz de sacrificarse por nadie, pero lo peor es que ese mismo individuo exige consideración, reverencia, adulación, sin él pagar el más mínimo suspiro por convivir. Nadie es bueno desde su óptica, su más fiel servidor es malo, su compañero (a) está lleno de defectos, sus hijos, hermanos, sus vecinos, sus amigos, colegas en el trabajo, en fin, nadie cumple con sus particulares parámetros de “perfección”.

Esa personalidad resentida y mezquina es envidiosa pero  exigente en trato y lealtad, pero él nunca cumple esto a cabalidad. Es inflexible, rumia amargura, es la ama de casa, que los servicios duran lo que dura una cucaracha en un gallinero, los hijos ni el marido la entienden; o el caballero, que tiene que hacer amigos cada semana, porque tiene la  incapacidad de mantener a los que  quiere cerca de él,  no reconoce ni mucho menos acepta que los amigos son como los tesoros, hay que pulirlos con afectos, respeto, consideración y por encima de todo brindarles  un trato permanente considerado e inteligente.

Ese misántropo mantiene una relación tirante con sus familiares y con sus compañeros o compañeras, con muchas relaciones mal terminadas, divorcios a repetición, numerosos empleos. En ese renglón caen el amigo cascarrabias, el compañero refunfuñón, la compañera incomprensible. La típica imagen es la persona de la eterna amargura. Debemos excluir los enfermos, tales como los deprimidos, las distimias, y otros trastornos de personalidad que caen en la categoría de enfermedad mental.

 La figura que nos ocupa en este “conversatorio”, es el equivalente a un negador de la felicidad, militante de  lo despiadado, de la perpetua desventura, de la perenne dolama, de la perdurable displicencia.

Esposa (o) amargada, dolamosa, apática, “inapetente”  y poco  cumplidora del “débito conyugal”. Esto pasa con gran frecuencia y en ocasiones no nos damos cuenta de que esas relaciones  son  muy dañinas y castrantes en términos de sumar alegrías, atencionar invitados es un suplicio, no aprendieron a socializar.

Ellos nos van contaminando con ese “vivir infeliz” indisoluble, y si no nos alertamos a tiempo nos dejamos arrastrar por esas conductas entristecidas y agresivas, opuestas permanentemente a la serenidad que da el convivir en armonía y felicidad.

El misántropo es egoísta, sólo le interesa su propia felicidad, no hará ningún esfuerzo porque usted  sea feliz.  La proyección es su mecanismo de defensa, mediante esta acción estos sujetos proyectan sus propias frustraciones, impulsos y emociones desagradables sobre otros,  debido a que son incapaces de tolerarlos en sí mismos. De ese modo se evitan los impulsos y emociones que les puedan causar angustia.

Es lo que se conoce en psiquiatría como la “evitación”. Esto representa una conducta irresponsable, para no afrontar sus condiciones psíquicas angustiantes y débiles; como la generosidad no está entre sus virtudes, ese misántropo, para no sufrir, hace sufrir a todos los demás.

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