La misión de la UASD en el desarrollo social

La misión de la UASD en el desarrollo social

Jesus de la Rosa.

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La población estudiantil de la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo ha experimentado un crecimiento espectacular, pasando de menos de 3 mil estudiantes en 1960, a más de 50 mil en 1985 y de esta cifra a una matrícula superior a los 200 mil en el 2015, ocupando el cuarto lugar entre las universidades públicas más pobladas de la América Española y el Caribe. Ese crecimiento representa un logro impresionante. El mismo ha redundado en beneficio de miles de jóvenes que no habrían tenido oportunidades similares una generación antes. Varios factores contribuyeron a que ese fenómeno pudiera tener lugar: el derecho de cualquier ciudadano calificado a acceder a la educación superior consignado en el artículo 63 de la Constitución de la República; el considerable número de estudiantes matriculados en escuelas de nivel medio; el aumento espectacular del número de mujeres que cursan estudios superiores, número éste que actualmente supera al de hombre; la introducción de nuevas áreas de estudios relacionadas con el empleo de nuevas tecnología en labores de transmisión de conocimientos, entre otros.
Debido a la negativa de algunos de los gobiernos que se sucedieron después del ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo de no subsidiar la educación superior pública de acuerdo con lo establecido en la Ley 5778 sobre Autonomía Universitaria y en la 139-01 de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, no pudimos evitar que ese rápido crecimiento provocara graves problemas en lo que a calidad se refiere, así como graves desequilibrios, causantes de conflictos difíciles de resolver.
Con el propósito de elevar la calidad del Sistema Dominicano de Instituciones de Educación Superior y de alcanzar una mayor armonía entre los estudios universitarios y las exigencias del mundo laboral de disponer de profesionales más calificados, la Ley 139-01 está siendo objeto de modificación con miras a ampliar tanto su alcance como la diversidad de los programas de las carreras que se ofertan en función de su naturaleza y de los objetivos que persiguen.
Es preciso destacar que la masificación de la educación superior ocurrida aquí y en casi todos los países de la América Española y el Caribe tuvo lugar no como un proyecto deliberado de los gobiernos como muchos creen sino como una consecuencia histórica de los cambios sociales y culturales de la época que nos ha tocado vivir. Observemos que tan solo unos meses después de haberse consumado el ajusticiamiento del “Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva” la nación dominicana comenzó a ser otra. Nadie previó entonces la ocurrencia de hechos como el aumento desproporcionado de la demanda de la educación superior; la concentración de poblaciones en la capital de la República y en unas cuantas ciudades del interior del país; un mayor ingreso de mujeres en el mercado laboral; el surgimiento de nuevas capacidades requeridas por la industria y los servicios públicos; y el renacer de nuevos valores culturales, entre otros.
Las acciones de las instituciones de educación superior deben responder a las necesidades de la sociedad que las sustenta. El desenvolvimiento científico, tecnológico y cultural ha de realizarse tomando muy en consideración la realidad de los problemas nacionales con miras a su pronta solución. La formación profesional, tanto en número como en calidad, debe responder a planes previamente establecidos en concordancia con las necesidades presentes y futuras de la nación. Las funciones de docencia, investigación, extensión y participación a cargo de las instituciones de educación superior debemos de orientarlas hacia la formación que cada país requiere en un determinado momento de su historia.
Tal y como lo afirma el articulista del periódico Diario Libre, la elección de nuevas autoridades de la UASD pautada para el entrante mes de junio representa una magnífica oportunidad para interesar e involucrar a más personas en la solución de los problemas que afectan a la Universidad Primada. Y qué decir, nos preguntamos, de la reforma pendiente de las universidades privadas.

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