La moda de las dietas excluyentes

La moda de las dietas excluyentes

Los tres primeros meses del año son por excelencia los de cambios en la alimentación. De hecho, uno de los propósitos más repetidos en el comienzo del año es iniciar una nueva dieta, ya sea por motivos de salud, de peso, o por un deseo de probar nuevos hábitos alimenticios.

Entre la apabullante cantidad de propuestas, aparentemente contradictorias, sobre diferentes estilos de alimentación, una dieta sin gluten, sin lactosa y sin fructosa, ha ganado muchos adeptos. Parte de su éxito radica en que hoy día es mucho más sencillo conseguir alimentos que reúnan estas características.

Según la Academia Española de Nutrición y Dietética, un 15% de la población mundial ha excluido de su menú la lactosa, y un 5,7% el gluten, sin que esté justificado desde un punto de vista científico, una situación que puede ser perjudicial para la salud.

Concretamente, la dieta sin lactosa, el tipo de régimen de exclusión más seguida por la población mundial, no estaría justificada desde un punto de vista científico en un 61% de los casos. Así, se estima que un 25% de los españoles lleva una alimentación libre de lactosa y el 64% extiende este hábito a su núcleo familiar. Algo parecido sucede con el gluten y la fructuosa, sin embargo, esto no tendría justificación científica para el 72 por ciento de los casos.

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Riesgos de hacerlas sin asesoramiento

Otras dietas de exclusión presentes en los nuevos hábitos son la flexitariana (7%), caracterizada por una baja ingesta de carnes, pero que prioriza la blanca y magra; la vegetariana (4%), que excluye carnes y pescados, pero puede permitir lácteos y huevos, y la vegana (0,8%) que no admite ningún alimento de origen animal. Este tipo de patrones dietéticos, en ocasiones, responden no solo a cuestiones de salud sino también a convicciones personales y/o a un estilo de vida determinado.

Las personas sanas necesitan una dieta equilibrada que contenga los nutrientes indispensables para el correcto funcionamiento del organismo y prevenir las enfermedades asociadas a los hábitos dietéticos. Por lo tanto, las exclusiones alimentarias deben decidirse e implementarse bajo la supervisión de un profesional sanitario, puesto que pueden implicar una serie de riesgos para la salud:

Dieta vegetariana y vegana

La deficiencia de la vitamina B12 podría causar problemas leves o moderados como cansancio, debilidad o mala memoria, o derivar en problemas más graves como la anemia megaloblástica, problemas neurológicos, depresión o demencia. Por lo tanto, quienes la practiquen deberían suplementarse vitamina B12 y recibir el adecuado consejo dietético nutricional para evitar otras deficiencias.

Dieta sin gluten o baja en gluten

Realizarla sin el diagnóstico y el seguimiento diagnosticado adecuados, podría conllevar una menor ingesta de fibra, vitaminas D, B12 y folatos, así como de hierro, zinc, magnesio y calcio, y un mayor consumo de grasas saturadas y parcialmente hidrogenadas.

Dieta sin lactosa: seguirla sin un diagnóstico de intolerancia total o parcial podría incrementar el riesgo de ingesta inadecuada de calcio, impactando negativamente en la salud general y, de modo particular, en la salud ósea (aumento del riesgo de osteoporosis a medio plazo y de fracturas óseas a largo plazo).

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