La tarde del lunes se vistió de gris. Lesiva, nos habló de un porvenir lleno de incertidumbre: conocer los detalles del proyecto de “Ley de Modernización Fiscal” (que depositaron ayer ante la Cámara de Diputados) fue un golpe mortal.
Con una economía personal que se ha ido deteriorando desde el 2020, a raíz de la pandemia, todos hemos reducido nuestros gastos para ir acomodando el bolsillo hasta donde la sábana nos da.
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Cada año, sin embargo, esa sábana es más pequeña porque todo ha ido subiendo paulatinamente, sobre todo los gastos en el supermercado: ¡aunque compremos cosas más simples, gastamos más!
El paquetazo fiscal de la nueva reforma aumentará el precio de nuestras compras un 18%, a menos que solo comamos pan, arroz, pollo, leche, huevo, plátano y yuca, alimentos que dejan fuera el pescado, los vegetales, frutas y legumbres (¡ni siquiera incluyeron las habichuelas!) que deberían estar en una dieta equilibrada. ¡Suerte que los medicamentos están exentos!
Sumemos el impuesto de circulación que costará el doble y el pago por el IPI, las compras por internet y casi todos los bienes y servicios sin importar la índole: ¡hasta morir se gravará (no estarán exentos los servicios funerarios)! Esta Navidad será, sin dudas, muy amarga. ¡Qué regalazo!