ANTONIO PEÑA MIRABAL
El Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana, anunció al país recientemente en voz de su vocero oficial, el doctor Reynaldo Pared Pérez, que ha decidido realizar el séptimo Congreso de dicha organización entre el 19 de marzo y el 16 de mayo del presente año. Con esta decisión los integrantes de este alto organismo peledeísta dan muestras de madurez política y de respeto a la institucionalidad partidaria recogida en sus estatutos.
Para un partido que está gobernando el país, es un alto riesgo someterse a un escrutinio interno, que no solamente producirá una renovación de la táctica y la estrategia, sino además someterá a la consideración de toda su militancia, la permanencia o no en su Comité Central, de la mayoría de los que hoy ocupan altas funciones en el gobierno. Lo que se espera es que los recursos del Estado no sean utilizados para promover e imponer candidatos al Comité Central, y que el que llegue a ocupar un asiento en ese alto organismo de dirección partidaria, sea por los méritos observados en el transcurrir de su carrera política.
Méritos suficientes galardonan la escogencia del nombre con que ha sido bautizado el anunciado Congreso: Rafael Kasse Acta, y comprometedor es el lema que se decidió utilizar: «Por el Fortalecimiento Institucional y la Modernización del Partido». Cuando se habla de modernización muchas personas piensan automáticamente en la tecnología de punta, la inalámbrica, la satelital, etc.; pero en un conglomerado político como el PLD el tema de la modernización abarca otros aspectos distintos a los avances tecnológicos. La modernización a la que se refiere el Comité Político del PLD está necesariamente relacionada con el nuevo accionar que debe asumir esa organización política para seguir dilucidando los reclamos y desafíos de la sociedad dominicana del naciente Siglo XXI. Tiene que ver dicha modernización con la actitud de sus dirigentes y militantes frente a la realidad que nos depara el nuevo siglo.
Institucionalidad y Modernización en una organización política como el PLD son conceptos que deben ir de la mano. A mayor institucionalidad se suponen menos obstáculos para lograr la modernización a la que se aspira. Por el contrario, a menor institucionalidad, más difícil se hace lograr dicha modernización. ¿Qué implica la modernización en una organización de avanzada como el PLD? Se hace más moderno el PLD en la medida que sus dirigentes y militantes se despojan de prácticas políticas que representan por sí mismas niveles de atrasos de nuestra sociedad. Una de esas prácticas delatoras del atraso es sin dudas el clientelismo político. No puede hablar de modernidad una organización política que tenga que hacer uso de ella para hacer dirigentes y líderes de renombre. Estos son liderazgos frágiles, que se tambalean cuando no se dispone de los recursos suficientes para alimentarlos. Los verdaderos liderazgos no necesitan esa miserable práctica que lo único que hace es degradar al ser humano y jugar con su pobreza. Se fortalecen en la medida que interpretan las necesidades de las mayorías y son capaces de construir el camino de acceso a sus soluciones.
Un conglomerado como el PLD que lo que vende son ideas a la sociedad, necesita que estas estén lo menos contaminadas posible, y que no sean dependientes de compromisos materiales y económicos para su aceptación, análisis, comprensión y apoyo. Un partido que tenga que regalar cosas o dar dinero para que un fulano sea considerado como un dirigente o líder importante, no puede hablar de modernidad. Primero hay que derrota esa distorsión social para empezar trillar el camino de la modernidad. Un partido político moderno califica a sus hombres y mujeres por su capacidad de trabajo y sacrificios a favor de su colectividad y de la sociedad, no por su capacidad para dar cosas materiales para comprar adeptos y lealtades pasajeras. Que las ideas fluyan, se debatan y sean respetadas por todos sin importar el sector interno que las promueva. Ese es un síntoma de modernidad. Que se tenga la capacidad de ir interpretando las nuevas corrientes del pensamiento político social; despojarse de la creencia de que sólo yo tengo la razón, de que sólo yo soy el serio, son síntomas también de modernidad.