La montaña (2013) diálogos de cine en Londres, Semana Dominicana en el Reino Unido

La montaña (2013) diálogos de cine en Londres, Semana Dominicana en el Reino Unido

Pico Duarte, foto, archivo.

1- SU VIDA PARA EL CINE, POR EL CINE Y MÁS ALLÁ DEL CINE, PERO SIEMPRE CINE. O LO QUE ES LO MISMO CINE O MORIR!!!

Londres apenas encendida, se animaba entre el frío y la lumbre de neón.

El cine como una pasión esencial en la vida, te quita el prejuicio de lo que hay que ver, te afina la economía visual de la salud de los ojos, porque el buen cinéfilo ahorra ojos para ver lo mejor. Pero esa filosofía de cinefilia inveterada, a lo Humberto Frías (+) o Ángel Haché, no tiene remedio, es inconsolable, te coloca al borde de unos escalofríos que producen milagros: puedes mirar entre sombras tropicales y oscuridades de salas en resplandor, el rostro de Caín, Guillermo Cabrera Infante, quien en su Cine o Sardinas (*) nos maravilla con humor y amor, nos ofrece las mejores lecciones del sacrificio adolescente por el cine con un desborde de pasión adorable.

El que ama ir al cine, aún, como un acto ritual de lo oscuro y gozoso, pese a las impertinencias de nuestras salas, que no es más que un analfabetismo que se adquiere en las academias de las telenovelas hogareñas, tiene un compromiso interior consigo mismo y sus emociones internas, esas que no narra a nadie pero sí elige con libertad a quien las va a narrar.

Es un acto único, una forma de libertad que muchos desconocen, que nunca han vivido.

Que nada es más oscuro en la noche del cine, como cuando la madrugada fílmica os invita a la mejor pantalla, al plano secuencia de algo que no queremos olvidar: la diva que llora mirando un cartel bajo la lluvia y sabe que, pese a su belleza, está frente a una soledad del futuro que no la redime. Entonces un fuerte sentimiento reflexivo nos sobrecoge, queremos salvarla como si fuera un familiar distante que de repente la pantalla nos colocara en situación difícil. Sufrimos. Una piscina simbólica se apodera de toda pupila sensible y melodramática. Gómez de la Serna, aquel gregero insigne decía: «Luego de cualquier llanto sublime, cualquiera se sopla la nariz», o lo que es lo mismo: todo el torrente de emociones tiene un húmedo destino nasal, conducto humano de un extraño cemento viscoso y pueril, que un ejército de otorrinos investiga sin cesar.(**)

Me confieso presto a comer los viejos celuloides, cual espaguetis hechos de calamares con historias de rostros impresos, y no tengo más remedio que admitir que si veo hoy algunas series televisivas suecas y noruegas, en especial, es porque he descubierto que no han tenido más remedio que filmarlas en formato cine enlatado para pequeña pantalla, aquel bello misterio que ya hace décadas los brasileiros habían descubierto con sus telenovelas impecables y bien filmadas, no comparables jamás a bodrios infectos como las peruanas o las venezolanas, en sus mejores tiempos. Que dieron origen a sesudos análisis de comunicacionales, que al final nunca entendieron que las telenovelas eran un fenómeno que abusaba de la soledad y la pobreza espiritual en realidades de millones de seres humanos, que en esas historietas encontraban el alivio emocional, a cambio de ver unos comerciales cada ciertos minutos.

Mi vida por el cine es lo que quiero significar, y en eso no pienso hacer de ningún tipo de concesión, especialmente en un país que se presta, con profunda ignorancia en el júbilo de lo cutre, a celebrar el mal cine como si fuera un mejoral de última hora, en botica casi cerrando…

Tengo suficiente mundo recorrido y riesgos vividos, para ahora tener miedo a expresarme, nananina jonga, al mismo carajo la imbecilidad y la ignorancia que quiere vestirse de alegría fatua. A nuestra República Dominicana le falta mucho cine por ver, pero mucho cine por ver, para que de modo colectivo haya la mejor actitud hacia el mejor cine.

Mirar lo mejor es una educación de los ojos y el gusto.

Por eso me inventé el Primer Diplomado de Cine, experiencia interesante y calurosa, para una institución que todavía no descubre el valor del mismo, allá ellos, primera advertencia.

Las carencias y la falta de mística por el cine como hecho que debe tener repercusión colectiva en la población se debe a que «unos genios» que nada tenían que ver con el cine, la Ley de Cine original la cambiaron «por unos dólares más» y entonces todo lo que es Animación Cultural Cinematográfica se fue a la misma mierda, porque así es la ignorancia fílmica, se aprende viendo clavazos en un cine provinciano, pioneros del Dominican Laundry Cinema.

Proyecto de diversión del embrurecimiento a granel, eso inventaron y aprobaron.

Habrá un largo trabajo que hacer, y serán necesarios largos debates, para que algunas cosas funcionen mejor, lejos de la autocracia cultural que este país padeció por casi una década, alejate satán emplumado…

Todo esto pensaba en Londres, sentado en el Cine Curzon Soho Cinema, 99 Shaftesbury Avenue, London W1D 5DY, una sala de cine muy popular gerentada como criterio de cinefilia absoluta, ellos tienen su propia revista, de gran calidad y su universo único. Ahí para mi deleite también pude ver Ida (2014) de Pawel Pawlikoski, un milagro de imágenes.

2. LA MONTAÑA (2013), PRESENTADA EN LA SEMANA DOMINICANA EN LONDRES: CURZON CINEMA

Un documental con líneas ficcionales. Especialidad del cine brasileño y español.

La idea de la aventura en el cine que se hace en la actualidad en la República Dominicana normalmente no es muy bien entendida o, en su defecto, las películas cuyo objetivo final es el humor suelen estar mal escritas y salvo expresiones verbales tomadas del folclor de lo ‘dominican cotidiano’, nunca suelen reflejar el temperamento nacional, que existe y vive.

Hago esta observación, porque en La Montaña (2013) de Tabaré Blanchard (Taba), en cambio, se respira un humor fresco cuya espontaneidad caracteriza el film. Si bien la película es promovida sobre la idea del heroísmo y el sacrificio de los dominicanos en la conquista del pico Everest, creo en todo caso que su valor natural como film es la gente que lo puebla y la unidad idiosincrática que los une en espacios de tiempos paralelos, en cada una de las historias que se narran.

La historia del pico Duarte se alterna con la subida al Everest, debo confesar sin rubor que esa historia del pico Duarte hace el equilibrio y me fascina, por la autenticidad de su contenido y por el carácter franco y popular de sus noveles actores juveniles, Pompón, Jeffrey y Bombillo(***).

En el caso de Pompón, es un personaje inolvidable.

Lo que no quita relieve a la historia central: el ascenso al Everest y todas las peripecias de Iván Gómez, Karim Mella y Federico Jovine, en mi caso, que no amo el chauvinismo patrioteril, veo en la hazaña un reto individual, humano y trascendente primero y luego todo el ritual de la bandera, tarea que los protagonistas sienten como eje primordial de su misión.

La película tiene buen ritmo y su feliz resultado es una conjunción interesante, según mi lectura: ambos grupos, los del Everest y los del pico Duarte (provenientes de Nizao), manejan el lenguaje común que los identifica, por encima de las clases sociales a las que pertenecen, como personas que son de un mismo país, donde los giros y las ocurrencias lingüísticas, humor incluido, le asimilan a un mismo sentimiento nacional, ese es el valor esencial identitario de La Montaña (2013).

Los dos grupos y sus historias se alternan, un efectivo montaje paralelo permite al espectador navegar entre estas dos bellas historias resueltas con inteligencia e instinto de narración visual.

La narración del film no es la mejor, y si viera la cinta de nuevo podría identificar algunas pronunciaciones que no fueron revisadas, pero ello no afecta la visión general y optimista que tengo sobre la cinta.

Pavel Núñez, en la música, puso su acento en el momento estelar al crear una versión de una melodía de Luis Días, recogida en el campo en los tiempos del Grupo Convite, me refiero a «Canto de hacha», de esa canción hasta el momento habían dos versiones memorables, al margen de la del mismo Luis Días, una de José Antonio Rodríguez hace años en Casa de Teatro y otra de Maridalia Hernández.

La secuencia visual que acompaña esta versión de Pavel Núñez es magnífica, imágenes y canción dominicana hacen un fresco visual en una geografía nada tropical, el contraste entre el sonido y la cámara jugando con profundidades de campo entre nieve y cielo azul, son una apuesta estética ganada por la Montaña (2013), codirigida por Iván Herrera.

Pensar una película, tener el acierto fotográfico, conseguir buenos actores y realizar un buen libro fílmico, es una tarea que pide seriedad y dedicación, La Montaña (2013) demuestra que en República Dominicana hay unos cuantos que respetan al público y toman este asunto del cine en serio.

Esta película fue presentada el 27 de noviembre en el Curzon Cinema, en Londres, y creo e insisto en el tema, son de las películas que este país puede exhibir en las legaciones diplomáticas en el exterior, sin hacer el ridículo fílmico, deplorable…

Un público inglés mezclado con esos dominicanos y dominicanas residentes en el Londres, colmaba la sala.

El embajador, Federico Cuello Camilo, dijo unas palabras de bienvenida y al finalizar la cinta se inició un cine forum con el público que a ojos vistas, se interesó por el film. En la sala había un productor de la India (WWW.REPI TV), Raj Rajilal, visiblemente sorprendido por la hazaña de los dominicanos en el Everest y la calidad de la Montaña (2013).

Enfrentando la lengua de Shakespeare, con la inseguridad que produce conocer una lengua leerla entenderla, pero no practicarla (hubiera preferido la de Voltaire o Balzac), Aralis Rodríguez, de la Embajada dominicana en Londres, me asistió por momentos en el conversatorio posterior al film, las gracias a ella, a sus compañeras Denise Bulos y Marlen Vásquez.

Fue otra noche que el cine hecho en el país había conquistado.

Creo en ese cine capaz de representarnos con talento verdadero, que conste, todo lo otro es insulto mental y basura no exportable.

Entonces, Londres fue luego una fiesta, la noche fría se apagaba, misión cumplida. (CFE)

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