La moral de la rapiña

La moral de la rapiña

-Mi muy querida amiga Panonia estudió en Budapest con un profesor alemán graduado por la viejísima universidad de Heidelberg. Este profesor, hombre muy educado, de trato amable y respetuoso, decía que Panonia tenía el rostro, los movimientos al andar e incluso la forma de mirar, parecidos a los de la esposa de su maestro en Heidelberg. Este notable maestro de la Facultad de Filosofía era un húngaro llamado Karl Mannhein. El profesor de Panonia acostumbraba dar largos paseos por las orillas del río Neckar, acompañado por su maestro. Se despedían cuando Mannhein regresaba a la casa y su señora salía a abrirle la puerta de la calle.

-El estudiante se limitaba a saludar a la esposa del catedrático con una sonrisa y una mano levantada. Algunas veces el maestro y el discípulo visitaban el Instituto Geológico-Paleontológico para ver la mandíbula de un hombre primitivo, encontrada en 1907, de unos 400,000 años de antigüedad. En el año 1933, tal vez a causa del ascenso de Hitler al poder, decidió ir a enseñar a “London School of Economics”. Budapest, a juicio de Mannhein, era entonces una de las ciudades más bellas del Este de Europa. Todos los días decía lo mismo a ese alumno que llegó a ser profesor de Panonia.

-Quizás por esos reiterados elogios de la ciudad, al graduarse se trasladó a Hungría para optar por una plaza de profesor auxiliar. Un día Panonia escuchó a su profesor explicar a unos colegas, en el patio de la biblioteca de la universidad, algunas tesis de Mannhein acerca de la crisis social del mundo contemporáneo. Según lo pudo averiguar Panonia, haciendo preguntas a su profesor, esas “tesis” habían sido expuestas por su autor en “The Sociological Review”, de Londres, en 1934.

-Contiene estas afirmaciones: “mientras la moral de la rapiña solo fue válida en situaciones definidas y para grupos dominantes, [esta] no sólo no disminuye con la democratización de la sociedad […] sino que se convierte en la doctrina pública de toda la sociedad. No puede adivinarse, sin embargo, cual será el destino remoto de la moralidad pública cuando las masas se apoderen del secreto con el que apenas podían desenvolverse las minorías rectoras”. (Ubres de novelastra; 2008).

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